En los años 50 no existían los servicios de cátering en los hospitales ni tampoco se disponía de la abundancia de alimentos de hoy en día. Sin embargo, la dirección del viejo sanatorio Royo Villanova encontró muy cerca de sus instalaciones un buen aliado para abastecerse de productos frescos. Enfrente de su entrada principal, más allá de los pinos, había una granja de cerdos donde se criaba a estos animales y, después, se abastecía al sanatorio con su carne. «Los enfermos se alimentaban con estos productos. Es algo que me contaron cuando llegué y se me quedó grabado», explica Antonio Caballero. Actualmente, la granja es visible y todavía sigue en pie, pero está abandonada.