Hacer manejables los 3 millones de datos que cada día se emiten desde los autobuses urbanos de Zaragoza para simplificarlos en una base de datos con 200.000 registros que deben ser analizados e interpretados desde el área de Movilidad del Ayuntamiento de Zaragoza. Ese ha sido el reto al que se ha enfrentado la renovación del denominado Sistema de Ayuda a la Explotación (SAE) que ha sido renovado por AUZSA, la concesionaria del transporte urbano de Zaragoza.

Dentro del SAE, la herramienta que vigila el estricto cumplimiento de las frecuencias de paso de los autobuses, las expediciones de realizadas y, en definitiva, la puntualidad del servicio ha supuesto un reto aún mayor en la labor que realizan tanto la empresa como los técnicos municipales. Sobre todo por la dificultad de adaptar las herramientas informáticas para que los datos fueran digeribles y analizables por los técnicos.

Y también para intentar solventar un agujero negro al que aún no se ha hallado una solución totalmente satisfactoria. En concreto, los espacios en la ciudad en los que, por razones desconocidas, los autocares dejan de emitir señales. Es decir, que en los datos globales aparecen fuera de ruta e incumpliendo sus expediciones y frecuencias pero que en realidad sí están cumpliendo con su ruta. Por ahora, el área de Movilidad parte de una situación en la que estos fallos ascienden al 8% del total de los buses y recorridos analizados. El objetivo es llegar al 2 o 3% y también encontrar, con conversaciones con la empresa, una solución a la hora de computarlos, dado que afectan al índice de puntualidad global de la concesionaria y, en consecuencia, a las posibles sanciones que se le aplicarían, en este caso, sin que se hayan producido discrepancias con las frecuencias marcadas.

Porque el pliego de condiciones que debe cumplir la empresa es uno de los más exigentes en esta matería. De este modo, se considera que una expedición es puntual cuando, en todos los puntos de control, la hora de paso real registrada por el SAE coincide con la hora de paso teórica con una desviación máxima de hasta el 20% --si es con adelanto-- y del 40% --con retraso--.

Para minimizar los errores, la flota de autobuses se está adaptando con nuevos sistemas que, actualmente, tienen 93 de los 315 vehículos y que emiten combinando la tecnología del GPS con el 4G. Los datos que emiten los autobuses cuando pasan por cada una de las paradas llegan a la central de AUZSA y también al servicio de Movilidad, donde se traducen a variables analizables. De momento, sin conclusión oficial sobre puntualidad, dado que no se ha respondido aún a las certificaciones que marca a AUZSA y de las que se detraen las posibles sanciones.

La labor inspectora se complementa también con otra presencial, que realizan de forma habitual dos funcionarios, que, con una tablet, miden, además de este, otros 76 parámetros. El control, confirman, ha redundado en una mayor calidad.