El delegado del Gobierno en Aragón, Gustavo Alcalde, afirmó ayer en Huesca que los chalecos antibalas de que iban provistos los dos guardias civiles asesinados el pasado mes de diciembre en Andorra por Ígor el Ruso no fallaron. El máximo representante del Estado en la comunidad aseguró que los tiros que costaron la vida a ambos agentes «en ningún caso atravesaron esos chalecos».

Por este motivo, Alcalde volvió a insistir en que la causa del fallecimiento no puede atribuirse a esos elementos de protección externa. En su opinión, los informes de balística encargados a expertos en la materia apuntalarán esta teoría. Asimismo, se mostró partidario de esperar al parecer de los entendidos para determinar el origen de las perforaciones existentes en la ropa de los dos guardias civiles, en zonas que, según señaló, no están protegidas por los chalecos antibala.

Esos datos sobre el papel desempeñado por las protecciones, que han dado lugar a que las asociaciones de la Guardia Civil exijan que se aclare en qué medida resultaron útiles, será crucial en el desarrollo de la investigación.

De hecho, la Asociación Española de Guardias Civiles (AEGC) reveló la pasada semana que uno de los dos chalecos que portaban las víctimas era de propiedad particular y, por lo tanto, no había sido facilitado por la Benemérita.

Estos datos, una vez completada la instrucción, permitirán establecer un relato de los hechos ajustado a la realidad al máximo. Así, por ejemplo, se ha sabido que en un lugar donde permaneció escondido el criminal serbio en la época previa a su detención fue descubierta una pistola de la marca Beretta.

A SALTO DE MATA

Esta arma debió de ir de un escondite a otro mientras Norbert Feher vivió a salto de mata entre las comarcas del Bajo Martín y de la Sierra de Arcos, hasta que, poco antes de la Navidad del 2017, asesinó a tiros al ganadero José Luis Iranzo y a los dos agentes del instituto armado destinados en el puesto de Alcañiz.

El delincuente internacional, que había llegado a España huyendo de los carabinieri italianos, recaló en Albalate del Arzobispo, donde días antes del triple crimen tiroteó al propietario de un masico y a un cerrajero cuando intentaban entrar en la casa de campo, propiedad del primero, donde Ígor el Ruso se hallaba refugiado.

Precisamente, la AEGC y los representantes legales de las víctimas mantienen que, tras ese suceso, la Delegación del Gobierno en Aragón debería haber incrementado las medidas de autoprotección de los agentes que participaban en el dispositivo de búsqueda del sospechoso, pues en su opinión eran una clara muestra de su peligrosidad.