Las avenidas del primer trimestre del 2015 dejaron una secuela de daños que aún no han sido reparados en su totalidad, si bien se han conseguido grandes avances, sobre todo en materia de infraestructuras de riego (totalmente terminadas) y en rehabilitación de caminos, un capítulo en el que la Diputación Provincial de Zaragoza ha invertido 180 millones de euros.

La Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) ha dividido el trabajo en dos grandes fases en lo relativo a la seguridad de los núcleos de población. La primera, que ya se completó, se centró en la reparación, retirada, rebaje y reconstrucción de motas. La segunda fase está bastante adelantada y contempla obras de gran envergadura, como la apertura de un cauce preferente en el Ebro a la altura de Novillas. En Pradilla, por otro lado, se trabaja en dos puntos para salvaguardar el casco de las avenidas.

Aguas abajo, en dirección a Zaragoza, se trabaja en el retranqueo y la eliminación de diques y se despejan los ojos de los puentes, mientras que en Alcalá de Ebro se está abriendo un cauce de alivio, al igual que en Cabañas de Ebro.

Pasada la capital aragonesa, en Pina de Ebro se repondrá un tramo de la margen derecha que está erosionado y se reabrirá un cauce secundario, entre otras obras.

Sin embargo, como destaca Luis Eduardo Moncín, presidente de la Comisión de Municipios Afectados por el Río Ebro, todavía no se ha acometido la parte más espinosa: la actuación en el cauce del río al objeto de aumentar su capacidad de evacuación.

"En las márgenes se ha intervenido, pero el lecho presenta problemas porque la legislación medioambiental es muy exigente", explica Moncín.

Su pueblo, Pradilla, así como el resto de las localidades ribereñas del Ebro en Aragón, tienen depositadas muchas esperanzas en un plan de gestión de riesgos de la Unión Europea dotado con 800 millones de euros hasta el año 2021. Los alcaldes mantienen que el dragado del fondo del río debe ser prioritaria, pero saben que se enfrenta a una fuerte oposición ecologista.