Los árboles tienen también su Eurovisión. Eso explica que el chopo cabecero del Remolinar, en el pueblo de Aguilar del Alfambra, se haya convertido en el primer candidato español a Árbol Europeo del Año, que saldrá elegido de una votación online durante el mes de febrero. Es la primera vez que un árbol español opta a este premio que convoca Environmental Partnership, que reconoce no tanto el valor natural del ejemplar o su monumentalidad como su historia y relación con las personas.

El chopo cabecero del Remolinar es un árbol de dimensiones considerables, pero lo destacable es que "se ha convertido en el símbolo de los miles de chopos cabeceros de la provincia y del río Alfambra, la mejor chopera de estas características de Europa", según aseguró en la presentación a los medios de comunicación María Jesús Rambla, de la plataforma Aguilar Natural. Esta organización, junto al Centro de Estudios del Jiloca y Voluntarios, las tres sin ánimo de lucro, son las impulsoras de la candidatura del árbol.

Rambla explicó que eligieron este ejemplar por gozar de buena salud y por su ubicación junto al río y en un camino muy frecuentado del municipio, cerca de un desfiladero catalogado como lugar de interés geológico. Se calcula que solo en el valle del río Alfambra hay unos 25.000 ejemplares, la concentración más importante de toda Europa de este chopo cabecero.

El árbol turolense representa todo un legado histórico vinculado con la naturaleza y la vida en el mundo rural, que comenzó a reivindicarse con la fiesta del chopo cabecero, una jornada festiva que nació en Aguilar del Alfambra y que cada año se celebra de manera itinerante congregando a centenares de personas que recuerdan que este chopo es parte de su historia.

Lo que hace singulares a los ejemplares turolenses de esta especie es el cultivo del árbol mediante la técnica de la escamonda y la gran concentración que se da en la provincia, que se remonta a la época medieval, ya que es posible encontrar referencias en ordenanzas de la comunidad de aldeas de Teruel, en 1624, e incluso antes. "La concentración en Teruel se debe probablemente a la profunda deforestación de los paisajes de montaña asociados al aprovechamiento ganadero y agrícola", según De Jaime.