Los diques y embalses tienen "muchas deficiencias" en la gestión de crecidas e inundaciones, afirma en una entrevista con EFE el científico y profesor de geografía física Alfredo Ollero, que propone "imitar" al río, dejándole espacio para desbordarse.

Antes las numerosas inundaciones y crecidas habidas durante los últimos días en la mitad norte del país, el investigador señala que los problemas derivan en numerosas ocasiones de los diques (de tierra compactada), que "dificultan el desbordamiento de los ríos".

Además el agua discurre tan "constreñida" que se inyecta a la capa freática y, consecuencia de ello, se inundan también los campos de cultivo más lejanos al propio río.

Los sistemas humanos de defensa "son poco útiles y muchas veces contraproducentes" cuando se trata de ríos de llanura (no de montaña), añade Ollero, autor de una guía metodológica sobre buenas prácticas en gestión de inundaciones.

Estudios científicos y técnicos realizados en todos los países desarrollados demuestran un continuo aumento en los daños económicos por inundaciones, pese al incremento de medidas estructurales (presas, diques, escolleras) para controlar las crecidas.

Ante las crecidas, afirma el profesor de la Universidad de Zaragoza, el Sistema Automático de Información Hidrológica (SAIH) de las confederaciones hidrográficas es "muy bueno" y permite predecir con suficiente antelación.

Otra cosa es cómo se gestionan los embalses para reducir la punta de las crecidas -con desembalses parciales-, un sistema que "tiene ventajas y desventajas".

De un lado, "se logra bajar la punta, pero la crecida sale escalonada y dura más tiempo, lo que suele causar inundaciones muy prolongadas que generan más daños en cultivos y zonas anegadas".

Por todas estas razones, el investigador es partidario de "imitar" al río para minimizar los perjuicios.

Los cursos fluviales "tienen que tener crecidas y disponer de su propio sistema para regular las crecidas: desbordarse". "Hay que devolver espacio al río, echar las defensas hacia atrás", señala.

"Cuánto más espacio tenga el río, mejor se autorregulará y generará menos daños en las zonas externas", aunque "lógicamente habría que cambiar usos del suelo dentro de esa zona no protegida".

Entre las alternativas menciona plantaciones compatibles con las inundaciones, por ejemplo choperas, o apostar por usos ganaderos.

Recuerda, en este contexto, que a comienzos de siglo ni se construía ni se cultivaba tan cerca de los cauces, pero a partir de los años 60 ó 70 esto cambia en muchas zonas del país.

Por último, denuncia la posibilidad de dragar los ríos -como están proponiendo actualmente algunas administraciones para luchar contra estos fenómenos- por el serio daño medioambiental que implica para el ecosistema, entre otras razones porque el río, no solo es solo agua que se observa, concluye.