«¿Quién no ha tenido que cruzar el puente de Piedra con la bufanda, los pelos al viento y luchando con el paraguas para que no salir volando?», se pregunta Azucena Gimeno, directora artística de la compañía de teatro Caleidoscopio, la coordinadora del desfile del pregón de las fiestas del Pilar.

Es por ello que el pasacalles que tendrá lugar mañana estará dedicado al cierzo, que será interpretado como un personaje mitológico, con el lema Volando voy, silbando vengo. Este espectáculo contará con 126 artistas que recrearán el famoso viento aragonés a través de la música y la danza.

Seis carrozas desfilarán junto a otros elementos de altura como zancos, nubes hinchables o molinos. Todos ellos harán alusión a los efectos que sufren los zaragozanos cada año y, especialmente, quedará reflejado a través de Cierzópolis, un carruaje que muestra una ciudad inclinada por las corrientes de aire, inspirada en el cuento de Blanca Enfedaque que lleva por título este mismo nombre.

«Habla de esa relación de los maños con el viento, que nos despeina, que nos hace rabiar, que nos quita la gorra, pero también se lleva los malos humos, sirve para dar energía limpia y nos regala unos cielos azules impresionantes de los que disfrutamos», alega Azucena.

Dos personajes muy peculiares le plantarán cara al viento en Cierzópolis. Se trata de los Paragüini, la típica familia zaragozana que, con gracia y frescura, provoca la risa e incita a pensar en cómo el cierzo travieso hace enfadar a los habitantes, les quita el sombrero y voltea sus paraguas, pero que a la vez es un símbolo de nuestra ciudad, e «influye en nosotros», apunta Azucena.

Ráfaga musical

Además de esta urbe sobre ruedas, destaca como elemento novedoso del desfile una carroza convertida en la Nave de los vientos que surca los cielos. Este barco lleva como adorno en la proa una imagen del cierzo que, con una larga melena, cabalga a lomos de las nubes en su paso por el valle del Ebro, acompañada de una melodía.

«El cierzo llegará a los espectadores como una ráfaga musical, un elemento natural y paisajístico, como si de una metáfora sonora se tratase», explica Azucena. Será un grupo de cinco instrumentistas de la orquesta sinfónica Goya que interpretarán un poema musical creado para la ocasión por el aragonés Miguel Ángel Remiro.

La banda, a bordo de la nave y seguida por un molino que lleva dibujadas las caras de los diferentes tipos de vientos -la brisa, los torbellinos o las ventoleras- tocará varias piezas de percusión e imitará «el sonino de las grullas cuando surcan los cielos en octubre al emigrar», cuenta Azucena. Marionetas gigantes de este animal animarán el desfile y, tras estos títeres, una carroza mostrará los tejados y las veletas de la Zaragoza antigua. Sobre ella, unos equilibristas bailarán al compás de la música.

Últimos retoques

Los carruajes ya están listos en las naves municipales donde los carpinteros de la Brigada de Arquitectura del Ayuntamiento de Zaragoza realizan hoy los últimos retoques antes del pasacalles.

La compañía de teatro Caleidoscopio agradece su labor ya que «han conseguido materializar nuestros sueños», expresa la directora, «siempre les venimos con proyectos complicados como la carroza de Cierzópolis donde han tenido que construir una ciudad inclinada que no es nada fácil», reconoce entre risas.

La función recorrerá las calles más céntricas de Zaragoza y está destinada a todo tipo de público.