Las encuestas vienen avisando del auge de Ciudadanos (Cs). Comenzaron, hace meses, las de El País, pronosticando constantes subidas y finalmente el sorpasso virtual de Albert Rivera a Mariano Rajoy. La que acaba de publicar esta casa, el sondeo de Gesop del pasado domingo, es tan clara como oscuro el momento que vive el PP, con el desastre en las elecciones catalanas y la desastrosa gestión del máster de Cifuentes. Cs ganaría hoy unas generales con 30 diputados sobre el PP.

La mejor encuesta será, desde luego, la de las urnas. Para las generales, si a don Mariano no le entran las prisas (que no suelen encorrerle) faltan dos años, en política una eternidad. Para las autonómicas y municipales, un año justo, mayo 2019, media eternidad.

El auge de Cs se basa fundamentalmente en su combate contra la corrupción y en el hecho de que entre sus filas no se hayan dado casos delictivos. Que no gobiernen lógicamente los ha preservado de caer en los pecados del cohecho, la prevaricación o malversación, quedando por ver, el futuro dirá, si cuando sus cargos ocupen los machitos mantienen sus mismos valores o valoran otras tentaciones.

El PP, padre y patrón, hasta ahora, de su filial en el centro derecha, no está, sin embargo, muerto, ni mucho menos. Tiene una fuerte estructura, muy jerarquizada, y amplísima implantación, sede a sede, provincia a provincia, en todo el territorio nacional, algo de lo que aún no presume Ciudadanos, cuyas listas no pueden competir en número con las presentadas por los populares. Las encuestas suelen reflejar en mayor medida, más que el mundo rural, el voto de las grandes ciudades, pero hay decenas de miles de poblaciones en las que presentar listas y obtener votos, y ahí Ciudadanos va con respecto al PP tan retrasado como Podemos con respecto al PSOE. Las próximas elecciones autonómicas en Aragón pueden ser un buen banco de pruebas para los nuevos partidos.

La formación de Rajoy no puede seguir cometiendo errores garrafales con la elección de sus candidatos, ni tolerando en alguna medida las irregularidades de sus cargos públicos. La opinión española no va a tolerarlo más, de ahí la seria advertencia de enviar al partido gobernante a la oposición. Felipe González cayó por la corrupción; Aznar, por mentir con el atentado de Atocha. Rajoy podría caer por ambos factores.