El grave accidente de circulación ocurrido el martes en el límite entre las provincias de Teruel y Castellón, en el que explotó un camión cargado con nitrito de amonio causó dos muertes y cinco heridos, ha disparado la voz de alarma en las poblaciones atravesadas por la carretera entre Zaragoza y Valencia, una ruta que, en su tramo aragonés, registra el paso de unos 9.000 vehículos diarios, de los que casi una tercera parte son camiones.

"Vivimos en situación de alerta", reconoció ayer Federico Serrano, alcalde de Villarquemado, una localidad de 1.000 habitantes recorrida de parte a parte por la conflictiva carretera N-330. "El paso de coches y camiones es continuo, y muchos de los vehículos pesados transportan mercancías peligrosas", agregó.

"La travesía urbana de Villarquemado mide 700 metros y la verdad es que siempre estamos temiendo que nos pase algo como lo que ha ocurrido en Barracas", afirmó Serrano. "Si estallara un camión de sustancias peligrosas a su paso por Villarquemado, el resultado podría ser catastrófico", añadió.

"El camión que se accidentó en Barracas tenía que pasar por Daroca en su viaje de Sagunto a Villarroya del Campo", recordó ayer José Antonio García Llop, alcalde de la villa zaragozana. "Pienso que deberían adoptarse todavía más medidas de seguridad con los camiones de mercancías peligrosas, como, por ejemplo, obligar a que ese tipo de vehículos vayan precedidos y seguidos por coches especiales dotados de luces de advertencia".

SENTIMIENTO DE IMPOTENCIA Sin embargo, en los pueblos situados en la N-234 (Sagunto-Teruel) y la N-330 (Teruel-Zaragoza) se ve con esperanza la puesta en marcha, a partir del 2007, de la autovía Mudéjar (A-23). "Esa nueva vía llevará el peligro fuera de las poblaciones", comentó el primer edil de Villarquemado.

De momento, están en funcionamiento 40 kilómetros, por lo que todavía están pendientes de realización o licitación 210 kilómetros entre la capital aragonesa y el límite con la Comunidad Valenciana.

"Hemos sentido una impotencia tremenda", comentó, por su parte, Miguel Pamplona, regidor de Calamocha, una población de 5.000 habitantes que se ha desarrollado en torno a la carretera general. "En casos así no hay más solución que mejorar las vías de comunicación y hacer más hincapié en las medidas de seguridad de los camiones que se dedican al transporte de mercancías peligrosas".

En la provincia de Castellón, donde se produjo el accidente, se ha abierto una investigación judicial para determinar las causas del accidente. Según los primeros indicios y el testimonio de personas que se encontraban en el lugar del siniestro, un turismo que circulaba en dirección a Sagunto invadió el carril izquierdo en un tramo recto y chocó frontalmente contra el camión cargado con 25 toneladas de nitrato sólido, perteneciente a la empresa Viesga, con sede en Teruel.

MEDIA HORA VITAL El chófer del camión intentó en vano esquivar al turismo virando a la izquierda. El vehículo pesado cayó por un terraplén, se incendió al entrar en contacto con el coche y estalló al cabo de 20 o 25 minutos, cuando el gasóleo del depósito de combustible se mezcló con el nitrato, un abono que está calificado como explosivo en el Acuerdo Europeo sobre Transporte Internacional de Mercancías Peligrosas por Carretera (ADR 2003). Junto a la carretera se abrió, por efecto de la explosión, un cráter de 20 metros de diámetro.

"El conductor pudo dormirse o sufrir un despiste", comentó ayer Antonio Salvador, alcalde de Barracas. "No se sabe nada a ciencia cierta, pero está claro que el camión de Teruel iba por su lado".

La sección de Transportes de UGT en Castellón criticó que la zona no hubiera sido acordonada nada más producirse el accidente, lo que hubiera evitado la muerte de un camionero que se hallaba en las cercanías del lugar del siniestro.

"La zona no se acordonó hasta que llegaron los Bomberos, media hora después", señaló Salvador, quien precisó que, no obstante, la Guardia Civil impidió el paso de vehículos desde el momento en que llegó al punto de la colisión.