El avance de una sima presente en el subsuelo del colegio público Ricardo Mur de Casetas lleva meses generando «preocupación y alarma» entre los padres de los alumnos que siguen usando el centro y los vecinos de este barrio rural de Zaragoza. Las afecciones en el edificio han ido a más en los últimos meses, desde el pasado verano, y los daños ya son estructurales. Al menos en una parte del edificio, la que se mantiene inutilizada el centro con aulas cerradas y un patio, el de la parte trasera, al que ya no se puede acceder por seguridad.

Las grietas ya son muy importantes y su futuro está condenado al traslado del centro. Los técnicos del Gobierno de Aragón trabajan «semana a semana» en vigilar la zona que se sigue usando a diario, que aseguran tener «controlada» y fuera de peligro.

Aunque no puedan evitar la alerta, prácticamente todos, tanto la dirección y el personal docente como el consejo escolar y los responsables del Departamento de Educación, están pensando ya en la solución futura, que dependerá en buena medida del estudio técnico que ya se está elaborando. Cuando concluya se tomará una determinación, pero los movimientos que ya se están dando parecen anticiparla. Porque la DGA lleva meses esperando a que el Ayuntamiento de Zaragoza les facilite una parcela municipal en Casetas a la que trasladarlo.

FALTA DE ENTENDIMIENTO

Una falta de entendimiento entre administraciones que lleva consigo, según explican desde la consejería, que teniendo consignación presupuestaria para ejecutar las obras -más de un millón de euros- y estando previsto este proyecto en el plan de infraestructuras de Aragón, la vida sigue como si nada en este colegio público de la calle Galicia.

Desde la consejería de Educación del Gobierno aragonés no se parece contemplar un desalojo forzoso por la situación del inmueble. Ni este curso ni durante el próximo. Todo dependerá, según explicaron fuentes vecinales y de la DGA, de la evolución de esas grietas o las nuevas afecciones que puedan producirse.

Sin embargo, el pulso con el ayuntamiento no se sabe cuánto puede durar. Básicamente porque la primera opción del Ejecutivo autonómico es permutar este suelo de 4.580 metros cuadrados (y más de 7.000 construidos) por otro próximo, que actualmente es una zona verde en Casetas. El consistorio está poniendo pegas porque considera que aceptar el trato que plantea la DGA supondría que los vecinos perderían una zona de ocio y descanso muy apreciada en el barrio rural. Mientras, ambos son conscientes de que esa sima ha avanzado peligrosamente.

18 CLASES

El colegio Ricardo Mur cuenta con doce aulas de Primaria y seis de Infantil, un patio de más de 3.500 metros cuadrados y una pequeña edificación que sirve de vivienda a su conserje. Los bloques edificados, dos, están conectados entre sí, pero solo uno está operativo, el que da al patio de recreo. El otro, el que da a la parte trasera, está prácticamente inutilizado.

Mientras, los padres y vecinos aguardan esa solución definitiva. También quieren saber si algunas de las alternativas que ya se les han dado a conocer siguen en la hoja de ruta de la DGA o no. La última es la mencionada zona verde, pero no es la única.

Antes de ella se mencionó la posibilidad de trasladar el centro al entorno del instituto Ángel Sanz Briz, cerca de la plaza de toros de Casetas. Sería un terreno más alejado pero, en principio, contaría con los requisitos que se persiguen. Y el coste, en definitiva, es el mismo, el de construcción de un nuevo colegio que, actualmente, ya no daría tiempo a estrenar en el próximo curso. Pero la DGA no descarta el uso de aulas prefabricadas si la situación se complicara más.

Mientras el problema se resuelve, la tranquilidad reina en las calles Galicia, San Valero y San Vicente de Paúl, que rodean el colegio público. A simple vista, la fachada principal no denota problemas, pero la situación se complica en el segundo edificio, en la parte trasera. Allí se pueden ver persianas bajadas y grietas en la pared que bajan hasta el suelo.

Algunos usuarios aseguran que los problemas son más llamativos en el interior del edificio, pero la dirección del colegio se negó a permitir el acceso a este diario.

Las afecciones desde la calle se perciben, especialmente, en la parte izquierda, frente a las dos grandes ruedas instaladas como zona de ocio y juegos. Muy cerca, justo en la esquina donde termina el centro, se puede apreciar una gran grieta en el muro de hormigón sobre el que reposa el edificio. Es ahí, en la fachada que da a la calle San Valero y a un callejón sin salida (donde aparcan los coches) donde parece que existe el principal problema de la sima.

De hecho, el patio trasero está cerrado y se puede comprobar cómo presenta un suelo irregular, con hundimientos. En la misma zona, pero en un lateral, también hay numerosas grietas alrededor de una fuente de agua. Estas deficiencias son visibles para quien pase cerca, ya que están sobre una pared pintada de blanco y se pueden ver con claridad.