Nieve y laderas con pendientes de entre un 40 y un 70 % favorecen aludes como el de Italia, junto a la "colonización" de lugares cada vez más altos, ha explicado hoy a EFE el catedrático de Geodinámica de la Universidad Complutense, Javier Pedraza Gilsanz.

Según el catedrático de la facultad de Geología, este tipo de riesgos tienen dos partes: los procesos naturales y los sociales.

Sobre estos últimos ha insistido en que "si nos estamos metiendo sistemáticamente en zonas que son más peligrosas, que tienen más frecuencia de fenómenos de este tipo, es evidente que son más normales y afectan a más personas".

Los aludes, ha añadido, se dan en cualquier sitio de montaña y vienen determinados por condiciones básicas como el tipo de nieve, la acumulación de la misma, el viento y las pendientes.

Aunque también hay condiciones excepcionales como las sacudidas sísmicas "que no se pueden prever", el paso de personas y esquiadores.

Las pendientes pueden variar, pero las más favorables para que se produzcan aludes están entre un 40 o un 50 %.

Sin embargo, cuando la ladera es muy alta, automáticamente en cuanto cae la nieve y no se estabiliza ya sea por acumulación o por peso, hay un riesgo alto de que se produzca un alud, ha asegurado Pedraza Gilsanz.

"En los escarpes" (vertientes de roca que cortan el terreno abruptamente) no se producen acumulaciones, ha agregado el catedrático, quien ha sostenido que además hay factores de dos tipos: lo condicionantes, como la vegetación arbórea que estabilizan sobre todo en nevadas abundantes y muy seguidas.

Y los desencadenantes, como mucho viento que lleva a la sobreacumulación o las sacudidas sísmicas, que no se pueden prever, "aunque siempre debe haber las situaciones previas".

"Normalmente en estas condiciones en las que hay mucha nieve, viento y heladas, se producen capas que son menos consistentes y descienden".

Pero también se producen los aludes de primavera -de nieve fresca-, según el experto, y los de placas en los que se compactan unas capas y otras no y descienden unas apoyadas en otras ayudadas por la lluvia que hace perder consistencia a la nieve y cae.

Según Pedraza Gilsanz, en España hay muchos estudios realizados sobre aludes: "es un tema muy analizado porque cada vez más las estaciones de esquí tienen más demanda y necesitan más espacios".

"Hay muchos tipos de estudios", específicamente en la zona de Cataluña, en todo el Pirineo catalán "tienen muchos mapas de zonas de aludes", al igual que en Aragón.

"En las estaciones se hacen estudios de zonas, donde se hacen prospecciones de estudio de la nieve para saber de qué tipo es, las capas, si son estables o no y la previsión", ha manifestado.

Ha explicado que en prácticamente todas las estaciones de esquí se producen aludes, más frecuentes en el Pirineo donde hay más problemas porque hay más pendientes, o en los Picos de Europa, pero también en zonas del Sistema Central, en Gredos, en Peñalara (donde se produjo uno de ellos con muertes).

En muchos sitios también se provocan aludes de forma artificial con explosivos o con helicópteros con sistemas que los hacen explosionar y vibraciones para evitar accidentes tanto en pistas como en carreteras.