Los 21 municipios que conforman el área metropolitana de Zaragoza acaban dar un paso decisivo para constituirse en la comarca número 33 de Aragón, lo que supone cerrar el mapa que se abrió con la Ley de Comarcalización aprobada a principios de siglo.

Su constitución ha costado mucho tiempo. Pero las localidades que la integran consideran que el nuevo ente las reforzará presupuestariamente con fondos de la Diputación General de Aragón (más de cuatro millones anuales) y aumentará en la misma medida el poder municipal al disminuir la presión económica que soportan en la actualidad.

«Las poblaciones de la comarca 33 necesitamos los recursos presupuestarios que nunca nos han dado», subraya Miguel Dalmau, alcalde socialista de Utebo, localidad que será la capital del nuevo ente supramunicipal. En su opinión, esas transferencias de la DGA pondrán al área metropolitana de Zaragoza «en pie de igualdad con el resto de comarcas».

Dalmau sostiene que, pese a la tardanza en echar a andar, la comarca acumula una gran experiencia en gestión administrativa, dado que está estructurada en tres mancomunidades y cinco ejes que llevan años coordinando y prestando servicios a los cerca de 80.000 habitantes que residen en ella.

EL PAPEL DE LA CAPITAL

Por eso, subraya, la gestión del futuro organismo territorial se realizará «desde los ejes», que se articulan en torno a los ríos Ebro, Huerva y Gállego y las grandes vías de comunicación.

Uno de los problemas más espinosos de la nueva comarca ha sido el papel de la ciudad de Zaragoza, finalmente resuelto con la atribución de un puesto secundario a la capital de Aragón. «Zaragoza tenía que estar para cumplir el Estatuto de Autonomía, que exige que las comarcas tengan continuidad territorial», apunta Jesús Pérez, alcalde de Cuarte de Huerva por el Partido Aragonés.

Pérez insiste en que la competencia «más significativa» serán los servicios sociales, que las mancomunidades y otros organismos ya vienen prestando hace años a través de convenios con la DGA.

MAQUINARIA PROPIA

Aparte, también se han encargado de asuntos relacionados con el agua y con la recogida de residuos. Y todo ello hace que ahora se encuentren con una maquinaria administrativa «que funciona bien» y que «se debe mantener» en la nueva fórmula comarcal.

Han surgido voces que consideran que el sistema comarcal se ha desarrollado de tal forma que ha creado un pesado aparato burocrático y ha complicado la administración de los asuntos públicos en lugar de simplificarla.

Pero Miguel Dalmau recalca que la futura comarca «no entrañará ni más funcionarios ni más gastos», dado que heredará un engranaje preexistente que funciona con eficacia.