El gimnasio del CEIP Ramiro Soláns de Zaragoza amanecía ayer muy concurrido. Un considerable tumulto formado por niños de seis a diez años rodeaba a Pipa y Lila, quienes miraban serenas y curiosas a su alrededor. Así, más de setenta pequeños, expectantes, iban y venían mientras interactuaban con estas nuevas y peludas compañeras que, sin embargo, parecían disfrutar de su marcado protagonismo -eso sí- sin decir ni una sola palabra. Lógicamente, Pipa y Lila son una labradora y una cavalier king, dos perras de educación asistitida que iban a centrar una jornada totalmente distinta. En ella, el alumnado de primero a cuarto de Primaria del centro experimentó una nueva forma de aprender junto a estos animales en la que se fomentaron distintos valores y sentimientos, además de trabajar las habilidades de lectura, la motivación, la concentración y la socialización.

«Yo tengo una perra que se llama Lila», decía divertido uno de los alumnos, a lo que el compañero de al lado respondía «¡Yo también!». Así, entre la curiosidad y la ilusión que genera llevar un perro a clase, fue desarrollándose esta actividad, perteneciente al programa Aprender Juntos es Mejor, de Purina y el Centro de Terapias Asistidas con Canes (CTAC). Era la primera vez que se celebraba en Zaragoza y mostró a docentes y escolares los beneficios que pueden proporcionar estos perros en el aula. Dividida en dos sesiones distintas, la jornada comenzó con este primer acercamiento, en el que se trató de concienciar sobre la tenencia responsable de animales, «que los niños sean conscientes de los cuidados que necesitan y de que debemos responsabilizarnos cuando tenemos un animal en casa», explicaba la técnico del CTAC Esther Amores.

Después de esta presentación, el grupo se dividió en dos y se pasó a la sala de lectura, en la que tuvo lugar la segunda parte de la actividad. «¿Todos queréis salir a leer?», preguntaba la responsable de la actividad; a lo que respondieron con un condundente «¡síííí!». De esta forma, los alumnos fueron pasando en parejas mientras las dos perritas, tumbadas a su lado, escuchaban atentas la lectura. «En este taller, lo que hacemos es que los niños más tímidos o a los que más les cuesta leer centren su atención en el perro, que lo acaricien, se motiven, y se tranquilicen y, entonces, se animen a leer delante de los compañeros», precisaba Amores.

«Nos pareció interesante la actividad porque se trabajan valores como la empatía, el respeto y el cuidado de los animales y, además, favorece el aprendizaje», relataba la jefa de estudios del colegio, Amparo Jiménez. Sobre el resultado, se mostraba muy satisfecha. «A la vista está: los críos disfrutan, se lo pasan muy bien», concluía.