El Juzgado de lo Penal de Teruel condenó ayer a cuatro años de cárcel a Carlos M. V. por la muerte de un ciclista al que arrolló en julio del 2017 cuando circulaba por la N-420, en las inmediaciones de la capital provincial. El conductor, que había estado «toda la noche de juerga», había ingerido previamente alcohol y drogas y dio positivo en el test de alcoholemia que se le practicó tras el accidente.

La magistrada lo considera culpable de un delito contra la seguridad vial por conducción temeraria y otro de homicidio por imprudencia y le aplica la circunstancia agravante de reincidencia. Además, deberá abonar a los familiares del fallecido, de 43 años, más de 20.000 euros en concepto de indemnización, dado que las aseguradoras han asumido ya la mayor parte de las sumas.

CANNABIS, MDM Y COCAÍNA / La sentencia determina en sus fundamentos de hecho que el conductor se desplazaba a 110 kilómetros por hora cuando perdió el control del vehículo e invadió parcialmente el arcén por el que circulaban la víctima mortal, José Lorenzo A. S., y otro ciclista que sufrió lesiones al ser alcanzado por piezas del coche y de la bicicleta del fallecido.

Sometido a la prueba de alcoholemia por la Guardia Civil, el automovilista dio positivo (0,31 y 0,28 miligramos en dos mediciones). Se trató de practicarle un test de drogas, pero no fue posible debido a que no se obtenía muestra suficiente de saliva.

Un laboratorio especializado realizó posteriormente un análisis de sustancias estupefacientes y detectó que el acusado había consumido cannabis en las 24 horas precedentes, MDM en los tres días previos y cocaína en un periodo comprendido entre los dos y diez días anteriores al siniestro.

La jueza concluye que el hecho de que el acusado se pusiera al volante en las condiciones en que se encontraba «supuso una desatención palmaria de las normas de uso y circulación de vehículos de motor.