Juan Carlos Amaya Parrón ha sido condenado junto a los dos sicarios que contrató, los hermanos Juan Francisco y José Manuel Parral Gallego, para «amedrentar» y robar el dinero que tenía Francisco Javier B. M. Amaya y él son presuntos compinches en la estafa de Arcelor Mittal, un fraude de engorde de chatarra con otros materiales que la Policía cifró en dos millones de euros.

En la investigación de esta trama, la Policía descubrió que Amaya, que sospechaba que su socio se estaba quedando más de lo que le correspondía del fraude, había contactado con un conocido suyo, con antecedentes penales, para darle una lección.

Una vez avisado Juan Francisco Parral, informado de los horarios de trabajo de la víctima, se desplazó con su hermano en coche desde la localidad toledana de Illescas hasta Zaragoza. Una vez en la casa, reventaron una puerta y ventanas para acceder al garaje, donde esperaron a la víctima. Cuando llegó del trabajar, le abordaron, embozados y armados con pistola y cuchillo.

Tras golpearle con la culata del arma y amenazarle, subieron a su casa, donde estaba su mujer, y se llevaron el dinero que allí guardaba.

Por todo esto el inductor, Amaya, ha sido condenado a tres años y medio de prisión; José Manuel Parral, a cuatro años y siete meses y su hermano Juan Francisco a cinco años, por reincidencia.

La jueza ve sobradas pruebas de los hechos, ya que la Policía cuadró, a través de los móviles que los sicarios robaron a las víctimas, la posición de los matones al huir, y comprobaron su llegada en coche. Incluso tenían guardada la dirección de la casa en el GPS.

En cuanto al dinero, lo limita a los 3.000 euros que reclamó la víctima, asistida por Javier Notivoli, aunque ya en los hechos probados lo valora en realidad en «al menos 52.000 euros» -se llegó a hablar de 100.000-, ya que a uno de los condenados le quedaban 26.000 euros y en una conversación telefónica se aludía a que se había gastado la mitad «en putas y borracheras».