Jánovas es el símbolo por excelencia en la lucha contra la despoblación en Aragón. Su larga lucha por volver a la vida está apuntalada por decenas de canciones, documentales y libros. El Gobierno de Aragón ha tomado la decisión de perpetuar esta memoria incluyendo el puente colgante que une las dos orillas del río Ara en su catálogo de bienes del patrimonio cultural aragonés. Más allá de su valor arquitectónico, preservar esta obra supone reconocer la labor contra el olvido de toda una comarca.

Además, a la protección simbólica, se le suma la tarea sin pausa de los antiguos vecinos para recuperar sus casas derribadas. Precisamente ayer, el consejero de Vertebración Territoria, José Luis Soro, despejó un poco más este camino con la entrega de las primeras ayudas para colaborar en la recuperación del territorio agrícola.

El puente colgante sobre el Ara es, en estos momentos, el lugar en el que los viajeros tienen que detener su coche para seguir a pie hasta el viejo pueblo abandonado. Las piedras ennegrecidas y los tableros irregulares marcan el sendero hasta los pueblos expropiados con embustes y medias verdades del valle del Ara. En los alrededores aún se observan las estructuras abandonadas de lo que iba a ser la presa de Iberduero que nunca se llegó a terminar.

El puente colgante fue levantado en 1881, como todavía señala un relieve en uno de los pilares. Su objetivo era unir los dos antiguos caminos que discurrían a poca altura sobre el río por el congosto del Ara y que formaba parte del camino a Francia que atravesaba el valle. El Gobierno de Aragón ha decidido su catalogación porque puede considerarse el único puente colgante de la época que se mantiene en España (llegaron a existir casi una veintena) y en los países del entorno. Además, todavía conserva sus elementos estructurales originales, incluido el singular sistema de cables formados por alambres paralelos.

Este cambio de estado en su catalogación, que todavía está en periodo de exposición pública, supondrá que nadie podrá alterar las características constructivas originales. El origen de estas medidas se encuentra en la petición del ingeniero Leonardo Fernández, que quiso garantizar que la estructura, perfectamente integrada en su entorno, no sufría alteraciones que perjudicaran sus casi 50 metros de longitud.

El alcalde de Fiscal, Manuel Larosa, se mostró ayer satisfecho por el inicio del proceso de protección, aunque lamentó que no se apueste todavía por considerar la estructura como Bien de Interés Cultural (BIC), el máximo escalafón en la calificación. «En la lista existe patrimonio con menos entidad que reciben esa consideración», criticó.

Pendiente de restauración

Larosa recordó que, además del valor arquitectónico, el puente colgante tiene el valor sentimental de haber sido el único medio de unión con zonas más pobladas de un territorio históricamente maltratado. «Al encontrarse en un área tan apartada ha visto pasar la historia y las injusticias», destacó.

El regidor de Fiscal (el municipio al que pertenece Jánovas) reconoce que, en estos momentos, no tienen medios suficientes para abordar su restauración, pero no descartan que pueda hacerse en un futuro si se logran partidas suficientes. «Todo lo que se reciba es bueno, pero será un grano en un granero completamente vacío», explicó.

En todo caso, la suciedad de las piedras, el óxido del metal, la erosión en sus cables centenarios y la podredumbre de algunas tablas no impiden que el puente siga ejerciendo la función para la que fue diseñado por la histórica empresa Hermanos Seguín de Francia.