El Ayuntamiento de San Mateo de Gállego se ha propuesto, en coordinación con el Gobierno de Aragón, recuperar una urbanización fantasma que lleva 10 años abandonada, con bloques de pisos sin terminar e hileras de chalets y adosados a medio hacer. El proyecto, impulsado por Martinsa Fadesa, hizo aguas en el 2007, cuando la empresa constructora hizo quiebra y entró en concurso de acreedores. De haberse terminado, habría albergado a 12.000 personas, el equivalente de una ciudad algo menor que Jaca, frente a los solo 3.000 de San Mateo.

«La urbanización se ha convertido en un problema grave para nuestra localidad», subrayó ayer José Manuel González, alcalde socialista de San Mateo. «Con los años, se ha ido degradando porque no está vigilada ni vallada y, ahora mismo, representa un problema incluso desde el punto de vista de la seguridad», añadió.

Los esqueletos de los edificios, que se construyeron en un terreno de 200 hectáreas, han sido objeto de saqueos y ahora el terreno se utiliza para el vertido incontrolado e ilegal de toda clase de residuos, sobre todo escombros de las obras. «Nuestro objetivo es recuperar ese inmenso espacio, que es propiedad de distintos bancos, y darle un uso ecológico», precisó González, que advirtió de que los pozos y colectores sin acabar y sin proteger constituyen un riesgo vital para todos los que se acercan a esa zona.

«Sabemos que el futuro uso no será residencial, pensamos que el modelo en el que se basaba ese proyecto es disparatado e insostenible», agregó el regidor. De ahí que, una vez recobrada la propiedad, el ayuntamiento se plantee cambiar el uso de la misma.

LAGOS Y CAMPOS DE GOLF

La operación de compra de los terrenos se registró a principios de siglo, bajo una administración local en manos del Partido Popular. Inicialmente hubo una permuta de terrenos por valor de 94 millones de las antiguas pesetas, anterior a la venta a Martinsa Fadesa por una cantidad que no se ha podido determinar.

La urbanización, que debía contener idílicos lagos y apacibles campos de golf, es un peso que San Mateo no puede soportar. «Obligó a planificar los servicios de la localidad como si tuviéramos 15.000 vecinos, con lo que el centro de enseñanza y el de salud están sobredimensionados y tienen un coste inasumible para las arcas locales», advirtió José Manuel González.

Para San Mateo está fuera de toda duda que la urbanización solo puede recuperarse para usos distintos de los residenciales. Tres mil viviendas es un número inabarcable, piensa González, que explicó que un total de 1.000 casas se vendieron, «con lo que son muchas las personas que vieron defraudadas sus esperanzas».

A ello hay que sumar el «impacto visual» del complejo, que afea el paisaje con grandes armazones de edificios en una zona elevada del término municipal, junto a la carretera de Leciñena.