Los diputados autonómicos en las Cortes de Aragón tendrán que sumar el gesto de pasar su dedo índice por el control de acceso a sus rutinas parlamentarias. Desde ayer se han convertido en los primeros representantes de la ciudadanía en todo el Estado a los que se les exige fichar de esta forma cuando desarrollen su tarea en el palacio de la Aljafería. También lo tendrán que hacer cuando este trabajo sea «en el territorio», esto es, con reuniones en pueblos o agrupaciones, pero en este caso necesitarán presentar una declaración jurada.

La decisión de instalar estos nuevo lectores de huellas dactilares -cuatro en total en distintas zonas del palacio- se tomó por unanimidad el pasado mes de noviembre. Aunque su puesta en marcha estaba prevista para enero, diversos problemas informáticos han retrasado su implantación definitiva. Según aseguró la presidenta del Parlamento, Violeta Barba, la aplicación de la normativa que regula las retribuciones busca «racionalizar y dar transparencia al cobro de dietas».

A partir de ahora las indemnizaciones se cobrarán de forman proporcional al número de días con desplazamientos acreditados, siendo necesarios para poder ingresar el 100% de las mismas justificar un mínimo de 17 días de los 20-22 hábiles de cada mes. De esos desplazamientos, al menos 13 tendrán que acreditarse mediante el recién estrenado control presencial y el resto con la declaración jurada. Antes, las dietas se contabilizaban por tramos desde el lugar de residencia del diputado hasta Zaragoza.

A tenor de los datos registrados por el sistema informático el de ayer fue un día ajetreado. Más del 80% de los diputados dejaron constancia de su entrada en el recinto -el sistema solo controla el acceso, no el número de horas- para desarrollar su tarea en diversas comisiones o en los grupos parlamentarios.

En los corrillos no se hablaba de otra cosa. Los primeros en llegar fueron el socialista Fernando Sabés, Desirée Pescador (Ciudadanos) y Arturo Aliaga (PAR), que poco después de las ocho de la mañana ya habían estrenado el aparato. Otros alegaron que por falta de costumbre se habían olvidado de pasar el dedo por el sistema, con las consiguientes dudas sobre el proceder correcto. En el ámbito de la gestión interna de este control se establecen tres diferenciaciones. Por un lado, el departamento de personal dispone de una visión global de todo lo que suceda en el recinto para poder tramitar las nuevas nóminas, que también se han actualizado. Además, el coordinador de cada uno de los partido dispone de los datos que afectan a sus diputados, una nueva herramienta para mejorar la gestión de los grupos. Y finalmente, cada político puede acceder a su cuenta personal para averiguar los días que ha acreditado su presencia.

A nivel político se hacen diversas lecturas del procedimiento. Para el partido impulsor de la medida, Podemos, esta rutina recién estrenada hará que el trabajo de un diputado se parezca cada vez más al de cualquier trabajador. «Uno de los mandatos que nos trajeron a las instituciones era el de acabar con los privilegios que a veces tienen los representantes de la ciudadanía», explicaron. Y a pesar de todo lamentan que el modelo elegido por consenso no sea algo más estricto, de forma que también se controlen las horas trabajadas.

Contacto con los pueblos

En el otro lado del espectro ideológico se hace una lectura similar, con alguna salvedad. Para el PP este cambio no debería hacer olvidar que los diputados «son responsables» y que tienen diversas formas de realizar su trabajo. Los populares ponen especial énfasis en la necesidad de mantener el contacto con comarcas, ayuntamientos y asociaciones, algo que se desarrolla fuera de los muros de la Aljafería. «Fichar más o fichar menos no quiere decir que se trabaje más o que se trabaje menos», precisan.