A pesar de la tendinitis y las agujetas, Alfonso Asoro culminará a mediodía de hoy si nada lo impide su particular aventura: Navegar en piragua el río Ebro desde Alcalá hasta su desembocadura.

"Quería hacer algo diferente y contemplar al mismo tiempo el río desde otra perspectiva", señalaba ayer tarde Asoro a sólo unas horas de culminar este descenso en el que ha empleado dos semanas. Aunque el novel piragüista reconoce que ha pasado días duros a lo largo de los 430 kilómetros, se siente satisfecho de haber repetido la hazaña que ya logró en el año 1934 Jesús Pitar.

Durante este periplo, Alfonso Asoro ha realizado escalas nocturnas en distintas localidades de la ribera del Ebro donde asegura que ha recibido un trato impagable de los lugareños.

Ropa seca y comida

"Allí donde paraba me recibían con los brazos abiertos. En Chiprana me dieron ropa seca, en Escatrón me invitaron a comer y en Cinco Olivas la alcaldesa me brindó el albergue para dormir y darme una ducha después de cuatro días sin poder hacerlo", explicó el expedicionario.

Pero la principal anécdota tuvo lugar en El Burgo de Ebro, donde Asoro se encontró con un hombre de nacionalidad argelina que estuvo incomunicado tres días en una isleta tras ser arrastrado por la corriente del río cuando paseaba por la orilla. Gracias a esta aventura y a la casualidad, la Guardia Civil pudo rescatar a este hombre que se encontraba desorientado y herido.

Otra de las personas con las que se encontró Asoro durante su viaje fue un alemán, que le ayudó a cruzar la presa de Mequinenza. "Las principales dificultades se produjeron precisamente en los embalses a la hora de salvar las presas, por lo que necesité la colaboración de los transeúntes", explicó el aventurero natural de Fuentes de Ebro.

Asoro, que a sus 42 años se dedica a la alfarería, se montó por primera vez en una piragua hace dos meses, aunque sí había participado en otras actividades deportivas, sobre todo relacionadas con el senderismo y la bicicleta. Anteriormente, por ejemplo, había concluido otros retos como el Camino de Santiago y la parte aragonesa del GR-11, que atraviesa los Pirineos.

Tras estas experiencias decidió embarcarse en algo distinto con la ayuda de miembros de la empresa de educación ambiental Ebronautas, que mañana le acompañarán en la meta.