La supuesta descapitalización de más de 50 millones de euros del entramado de empresas del grupo Fincas Atlanta sigue todavía pendiente de ser juzgada, después de que se destapara en mayo del 2013 con la detención de su cabeza visible, Eduardo Lacasta Lanaspa. Tras su salida de la cárcel, en la que estuvo de manera provisional tres meses, este hombre interpuso decenas de demandas contra personas que hasta ese momento eran sus manos derechas. Ayer, dos de ellos, los hemanos Alfredo y Raúl L. S., se sentaron en el banquillo de la Audiencia de Zaragoza acusados de apropiarse de forma indebida 88.000 euros. Lo rechazaron de forma rotunda.

De los dos encausados, el más explícito fue Alfredo L. S., quien no dudó en erigirse como el testaferro de Lacasta y quiso dejar claro que pide 6 años de prisión para él «porque cuando saltó el caso Atlanta tras ser detenido, y nos salpicó a todos, nos dijo que o estábamos con él o contra él, nos advirtió de que habría represalias».

«Estaba ahí para poner la cara y firmar lo que me pusieran», señaló, mientras afirmó que todos los movimientos de las cuentas eran previa autorización de Lacasta, incluso cuando estaba en la cárcel. En aquel momento las órdenes eran a través de su hijo o de su hermana.

Una argumentación que rechazó el que fuera dueño de Fincas Atlanta e incidió en que Alfredo L. S., que trabajaba en aquel momento de albañil y que ahora está en una fábrica de fundición de aluminio, era un «empresario de alta alcurnia y muy ambicioso».

También afirmó que el propio acusado le dijo que se había quedado el dinero. «Me dijo que si yo por 50 millones había estado dos meses en la cárcel, él por 100.000 iba a estar 15 días», lamentó.

En el juicio declararon varios trabajadores de Lacasta, quienes, a preguntas del abogado de la defensa, Rafael Ariza, reconocieron que el que mandaba no era el que estaba en el banquillo.