Daniel Ordás (Basilea, 1974), abogado y político hispanosuizo, lleva meses dando a conocer su idea política para este país, una variante de la democracia directa suiza. Un proyecto que ha sintetizado en dos libros y en la web www.reforma13.es. Ayer lo presentó en Zaragoza, invitado por la agrupación de abogados jóvenes del Colegio y el despacho AEH.

--¿En qué se basa el modelo de que propone?

--Lo primero que queremos es quitarle el miedo a la democracia directa a los políticos y decirle al ciudadano que hay formas posibles y probadas de ejercer un control democrático que no sea solo una vez cada cuatro años. Para ello hay dos elementos básicos: las iniciativas populares y los referendos.

--Elementos que ya existen, ¿qué novedad habría?

-- --Las iniciativas servirían para proponer una reforma legislativa, con un 1% de la población del último censo electoral --unas 350.000 firmas--, o una constitucional con un 2%. Si se logran, se somete el proyecto a una votación popular. En el caso del referendo, se exigiría un 0,5% para votar si se retira una ley aprobada.

--En las elecciones hay altas tasas de abstención, ¿no se multiplicaría el problema?

--No se votaría constantemente. Los políticos negociarían de otra forma las leyes, con más consenso, como sucede en Suiza. El mejor referendo es el que no se ha de celebrar.

--¿Su sistema es una simple transposición del suizo?

--No, por ejemplo allí las iniciativas son con números fijos de firmas, no porcentajes. Hemos unido elementos de muchas constituciones europeas, muchos de la española de 1978.

--Pero proponen cambiarla.

--En ella ya se debate mucho de lo que decimos, pero era un momento para el pacto de mínimos. Esto lo mantenemos, porque hay muchas cosas que no nos gustan ni a nosotros --habla de Juan Cortizo, coautor de uno de sus libros--, pero es un encaje de bolillos necesario.

--Quizá quieren demasiados cambios...

--Todos están relacionados. No tienen sentido las listas abiertas sin democracia participativa, ni esta en la política de trincheras.

--¿Cree que los políticos españoles aceptarían esta pérdida de poder?

--Con los que hablo, sí. Y van a despertar tras las elecciones europeas, aún creen que la tormenta pasará. Los cambios son ventajosos para ellos. Ser políticos milicianos, por ejemplo --conservan su ocupación y cobran dietas por asistencias puntuales a comisiones o plenos--, les permite volver en cualquier momento a la vida civil. Además, comparten la responsabilidad. Hay que presionar..

--¿Cree que la gente se implicaría lo suficiente?

--La modificación es una cuestión jurídico-técnica, no es tan difícil. El problema es que creemos que es imposible. En mis charlas, al 95% del público le gusta el mensaje, pero el 100% no lo ve factible. La gente, porque no querrán los políticos, y los políticos porque no hay cultura participativa... La historia de España puede justificar por qué llega esta desconfianza, pero no es excusa para no superarla.

--¿Se ha topado con críticos que le afearan venir desde Suiza a opinar?

--Soy ciudadano español, y de esto llevo hablando 15 años, pero nadie me hacía caso. Nuestra ventaja es que no nos pueden acusar de perroflautas, ni de utopistas. Yo vengo con papeles (señala las papeletas de votación de referendum suizas).