JOAQUÍN CARBONELL

--Le obsesiona la muerte...

--En absoluto cuando se trata de otro...

--¿Es un tema poético simplemente?

--Supongo que la belleza, el amor y la muerte, son los temas más socorridos en poesía. Es cuestión de lanzar los dados a ver cuál sale.

--¿Por qué no ha mostrado algún dato sobre su biografía en la ficha del libro?

--Soy el eslabón perdido entre Lautréamont y Eduard Pichon.

--¿Tratando de borrar todas las huellas sobre nuestra existencia?

--Y nuestra estupidez.

--Una pregunta estúpida: ¿por qué escribe poesía? Podría escribir best sellers históricos...

--No me quedarían bien los tirantes. La poesía me permite trabajar en los márgenes de mi vagancia. Cuando solucione el hecho de poder levantarme antes de las doce de la mañana, eso, más la muerte de mi vecino de al lado, quizás aborde la novela. En realidad tengo un gran argumento, pero creo que me queda grande: todo lo que esté por debajo de Dieter Voltman, es hacer el Manuel Vilas. El arte necesita de una limpieza étnica.

--¿Por qué me dice lo de Manuel Vilas?

--También le puedo decir Ángel Guinda... Entonces pasaríamos a los poetas en zapatillas de andar por casa.

--Haciendo amigos por Navidad...

--Mi paz interior pasa por el desprecio al prójimo.

--¿Qué le ha hecho el prójimo, caballero?

--Ya que hablamos de literatura, le diré que la humanidad resultaría una novela perfecta si en ella cada hombre no fuera una página de más...

--O de menos...

--...y si esto ocurre con la humanidad, imagínese lo que puede pasar en sus periferias. O de menos: creo que vamos para siete mil millones.

--¿Conoció a Antonio Maenza?

--Casualmente a un colaborador: Alejo Lorén. Le sorprendió que yo creyese que Maenza se alimentaba solo de zanahorias.

--Yo le conocí personalmente.

--¿Y entonces comía zanahorias?

--¿Por qué intenta disimular que es usted un gran escritor?

--Se corre el riesgo de que al reconocerlo se deje de serlo... O se convierta uno en un Nacho Escuín; en un profesional del sector, quiero decir.

--¿Su filosofía personal?

--Admiro a los ricos que llevan a sus hijos a colegios públicos y siento lástima por los pobres, que los llevan a concertados.

--¿Un nombre?

--Félix Silvestris.

--¿Por?

--Porque no se ha vendido.