En una decisión unilateral y no consensuada con nadie, el Departamento de Educación presentó una nueva adscripción de los colegios públicos a los institutos de referencia para el próximo curso. Hasta ahora, la cercanía entre colegio e instituto era una de las premisas fundamentales, teniendo en cuenta que la socialización del alumnado se debe producir a estas edades en el entorno más próximo posible a su domicilio. Últimamente también se había añadido como criterio el idioma para dar continuidad al bilingüismo en el paso de Primaria a Secundaria.

Este criterio de proximidad no se ha visto reflejado en la decisión de que al colegio Cándido Domingo se le elimine la posibilidad de ir al IES Pilar Lorengar de su misma zona y, sin embargo, se le adjudique el IES Ramón y Cajal de la zona 5 a dos kilómetros, teniendo además que cruzar el río Ebro. Parece una barbaridad. Por otro lado, hay institutos a los que se han adjudicado más colegios y que se van a ver sobresaturados.

Detrás de todo ello subyace la necesidad urgente de construcción de nuevos centros públicos de Secundaria en zonas saturadas como la 2. Tanto es así que si son alrededor de cien alumnos los que se pueden quedar sin plaza en institutos, la posibilidad de los barracones para el próximo curso es más que cierta.

Lo que se haga mientras tanto son parches que no van a ayudar a la resolución del problema. Servirán, por el contrario, para enconar más los ánimos de las comunidades educativas de los centros y de las familias, que saben que decisiones tan polémicas les pueden cambiar su organización del día a día, al dificultar la conciliación de la vida laboral y familiar. Y el gran perjudicado será el alumnado, que ve mermada su socialización en el barrio.

Decisiones así deberían contar con el consenso de todos.