El pleno de Zaragoza convirtió ayer la reconversión de los antiguos depósitos de Pignatelli en un proyecto de consenso para la ciudad. La unanimidad se confirmó con la incorporación del PP a un acuerdo en el que ya estaban el PSOE, Ciudadanos (C’s) y CHA junto a un Gobierno de Zaragoza en Común (ZeC) que sale reforzado a pocas semanas del debate sobre el estado de la ciudad. La aprobación inicial de la modificación del Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) que permitirá levantar 77 pisos libres y 30 de promoción pública para financiar la transformación de esta brecha urbana demuestra que cuando quieren, pueden.

Pasa con quien manda, ZeC, por su «esfuerzo» en renunciar a sus «perjuicios» de no permitir pisos allí, como le admitió toda la oposición al responsable de Urbanismo, Pablo Muñoz, en favor de un acuerdo que beneficiará a toda la ciudad y, en especial, a los distritos de Torrero, Universidad y San José. Y también le pasa a quienes le suelen azotar por su gestión, capaces de aportar y que se han «dejado pelos en la gatera». Hasta el PP entró y pese a los reparos de legalidad que ponían los servicios jurídicos su voto particular in extremis que otras veces fue insalvable.

áTICOS DE VPO // Su huella en este acuerdo era garantizar que el dinero de la venta de suelo irá solo para este proyecto. Con una permuta de obra en la que el adjudicatario se hiciera cargo de la construcción de los equipamientos y la urbanización, pero solo se puede hacer en la aprobación definitiva. Así que se adaptó el texto y Muñoz garantizó que lo hará.

El edil ha puesto toda la carne en el asador. En el 2012 rechazó 96 pisos como planteaba el PSOE, y en esta legislatura empezó sin querer hablar de viviendas, luego planteó 50, después 75 y 82, para pactar al final 107. Lo que hiciera falta por transformar estos 37.720 metros cuadrados en desuso con un «gran acuerdo», su primer proyecto de ciudad, una «oportunidad aprovechada».

Se impulsa este «oscuro deseo» de constructores, que se van a rifar el suelo a cambio de convertir los depósitos en «el segundo parque de la ciudad». Pasará a duplicar sus 23.129 metros cuadrados con parterres, juegos infantiles, un estanque navegable y un anfiteatro vegetal, «una especie de Rincón de Goya», dijo Muñoz.

No todo es ladrillo, pero este lo pagará. Con bloques de hasta siete alturas para alojar 77 pisos libres y dos de cinco plantas (ático incluido) para 30 de públicas de alquiler. Así se financia lo que resultó de un «proceso de participación amplio y ejemplar» que exigió un polideportivo, un centro cívico con biblioteca y ludoteca, o un centro de mayores. Y para Muñoz, bienvenido sea.

«Ha sido como un embarazo pero muy tardío», destacó la socialista Lola Ranera, quien aprovechó para recordar que «los proyectos más importantes de esta ciudad se han pagado con la venta de suelo», como «la Harinera o la Expo», remarcó, porque el ayuntamiento «no tiene pulmón suficiente con los impuestos».

«Quien más cesiones ha hecho en este parto ha sido ZeC», subrayó Leticia Crespo, de CHA, quien aplaudió que el acuerdo incluya aportaciones de todos, la suya las 30 viviendas públicas. Y Alberto Casañal, de C’s, ensalzó el pacto en el que poco exigía pero con el «equilibrio económico» que dan los pisos, que no pagarán todo «porque harían falta 200».

Pedro Navarro, del PP, aprovechó para cargar contra ZeC por su viraje con las viviendas. «Se ha puesto de acuerdo con CHA, que le ha dado un pellizco de monja, y con el PSOE, que le ha dado un bofetón», le dijo a Muñoz. «Le han metido 107 pisos en los depósitos. 77 libres. ¿Me escucha, señor Híjar? ¿Pablo?», le dijo al responsable de Vivienda de ZeC, «viviendas que, por el entorno, ya sabes que serán de lo que tú llamarías de lujo. Y tú vas a votar que sí. Y lo vas a hacer porque es bueno para la ciudad». Era el peaje obligado. Porque no hay rosas sin espinas para este Gobierno.