De lo que pasa en el Aragón oficial (que finalmente acaba siendo el Aragón cotidiano) apenas sabemos gran cosa. Es una situación inquietante aunque no transcienda. Tomemos como ejemplo el cacareado Plan de Depuración puesto en marcha por la DGA, alabado, publicitado, premiado y maldito por los vecinos de localidades que han de pagar porque sí el canon de vertido cuando aún no cuentan con ninguna instalación para tratar las aguas residuales (caso habitual en el Pirineo el Matarraña), o bien disponen de dicha infraestructura pero ya la pagaron a su costa (Zaragoza capital, sin ir más lejos).

El de las depuradoras es un barullo genial. Fíjense ustedes que organizaciones y colectivos presentes en el Consejo del Agua o en la Mesa del Agua de Aragón han tenido que dirigirse al Pignatelli para preguntar (por favor) qué obras se han hecho con los 128,8 millones del Plan Nacional de Calidad de Aguas (II) ejecutados hasta la fecha, con qué coste, cuánto han pagado las diferentes localidades como canon de saneamiento, cuánto reciben las empresas privadas que construyeron y mantienen las depuradoras en funcionamiento, qué municipios abonan ese canon... Esa información ni siquiera está al alcance de los organismos consultivos de las administraciones. La ciudadanía, por supuesto, in albis.

Llegados a tal punto, uno se queda helado. Pero bueno... ¿qué sabemos y qué no sabemos de lo que se hace con nuestro dinero?, ¿qué recovecos burocráticos nos esconden las cuentas del Instituto Aragonés del Agua (IAA)?

Según los datos fragmentarios que ha ido soltando el susodicho IAA, en el 2012 el canon de saneamiento produjo un déficit de más de 13 millones de euros. No hay posibilidad de calcular la evolución exacta del coste de las depuradoras y de los ingresos a que dan lugar. La situación es caótica. Municipios que carecen de instalaciones para tratar sus vertidos se están negando a pagar un céntimo por tal concepto. Otros, que firmaron con el IAA la cesión de este servicio, alucinan al comprobar su coste y exigen (sin éxito) que alguien les explique cómo funciona el tinglado. Las localidades pirenaicas encargaron un estudio según el cual no está claro cómo se invirtieron las partidas de la UE y del Gobierno central presuntamente destinadas a lograr una mejor calidad de las aguas. Análisis técnicos indican que allí donde sí se depura las instalaciones al efecto funcionan, en la mayoría de los casos, muy por debajo de su sobredimensionada capacidad. La inexplicable presencia de empresas privadas en la construcción y mantenimiento de todo el sistema está envuelta en el misterio.

Esto, hablando en plata, es una estupenda cloaca. Secreta, escondida, disimulada... pero cloaca. Y huele muy mal.