Dentaduras postizas, urnas funerarias, objetos ortopédicos y carritos de bebé tienen algo en común, aunque sea difícil de creer. Todos ellos han formado parte de las estanterías de la Oficina de Objetos Perdidos de la Policía Local de Zaragoza.

Hasta este servicio llegan alrededor de 1.000 elementos sin dueño al mes. Descuidos y olvidos en autobuses, taxis o restaurantes, son almacenados con cuidado mientras esperan que su dueño vuelva a recogerles. Una situación que, con la llegada de la crisis económica, es cada vez más frecuente. Tal es así que, desde 2010, ha incrementado en un 50% la cantidad de personas que acuden a la oficina preguntando por aquello que perdieron en algún lugar de la ciudad.

Las estanterías, llenas gracias a la colaboración ciudadana, forman un paisaje variopinto. Paraguas, ropa, bolsos, joyas y pelotas conviven con libros, ordenadores y montañas de móviles. Lo que más se repite: carteras, documentación personal y llaves. La honestidad de la gente también ha aumentado a raíz de la crisis. "Un chico encontró una cartilla con 500 euros dentro. Cuando se dio cuenta de que ese era el dinero que esa persona tenía para pasar el mes, no dudó en traerlos", explicó José Manuel Sanz, oficial responsable del servicio. "También nos llegó un sobre con 1.500 euros", insistió.

En total, se entregan a sus propietarios alrededor de 5.000 pérdidas. Pero España, según Sanz, es un país "lleno de picaresca" y los agentes tienen que utilizar su "pericia y profesionalidad" con aquellos que se intentan llevar cosas que no les pertenecen. Se trata con cautela el proceso de devolución de objetos perdidos, y los interesados tienen que "facilitar datos que demuestren que son suyos".

El agente explicó que "la mayoría de cosas pueden ser identificadas, bien por contener documentación o por poseer pistas que facilitan la localización de su propietario". Si el dueño no aparece, se pone en marcha otro procedimiento. El almacén guarda los objetos un tiempo variable, dependiendo de las características que estos posean. "Lo primero que hacemos cuando llega algo es una selección", explicó el agente

En el caso de ser de valor, permanecen allí durante dos años y, una vez transcurrido ese periodo, se comunica a su hallador que si lo desea puede ir a recogerlo, ya que ha pasado a ser de su propiedad. "Más de uno se ha llevado una alegría, pero otros no quieren saber nada", declaró Sanz.

Los que no tienen mucho valor no están en las dependencias de la Policía por más de tres meses. Su destino, probablemente solidario. Distintas oenegés y asociaciones sin ánimo de lucro, como Federico Ozanam se benefician de los descuidos de los aragoneses. Objetos que no se devuelven a su hallador disfrutan así de una segunda vida. Gafas, ropa o carritos de bebé son algunos de los más habituales.