La arena lo cubre todo en Qala-i-Naw, desde la fruta de los mercados hasta las botellas de agua de la base General Urrutia, donde operan los 125 militares españoles del Equipo de Reconstrucción Civil. Algunos como el alférez Méndez la definen como "la ciudad más pobre del cuarto país más pobre del mundo" y aunque asegura que muchas mujeres usan ya los anticonceptivos, la ciudad ofrece aún estampas que bien recuerdan a la época talibán: el burka sigue siendo una realidad social que marca las diferencias entre sexos --varias mujeres que no lo portaban durante el encuentro con el ministro de Defensa, José Bono, se lo colocaron tras la visita--.

"Algunas civiles que vienen a trabajar con nosotros se lo levantan mientras están en el destacamento, pero otros hombres que las ven sin los burkas luego lo comentan por las calles airadamente". Aunque la mayoría de los militares de la Brigada de Cazadores de Montaña Aragón I asegura que no ha habido enfrentamientos con grupos radicales, algunos admiten desde el anonimato que los ataques terroristas son "una posibilidad" y que existen en la zona "elementos hostiles". De hecho, la ong alemana Maltesser fue objeto de un asalto con cohetes el pasado mes de junio. "Los soldados de la Sección de Protección son los que trabajan en condiciones más duras", apuntó un cazador de montaña.

Más dura parece aún la vida en la Base de Apoyo Avanzado de Herat Camp Arena, ya que a las extremas condiciones meteorológicas, con diferencias térmicas de cerca de cuarenta grados entre el día y la noche, se suma el hecho de que casi nadie puede salir de las instalaciones. También desde el anonimato, un mando del Ejército del Aire reconoce que el acuartelamiento ha sufrido disparos de proyectiles al menos en una ocasión, si bien cayeron fuera del perímetro de seguridad.

"La misión es muy exigente y se lleva a cabo en condiciones muy duras", afirmó el jefe de la base, el coronel Miguel Moreno, quien sí admitió que se ha registrado un aumento de los actos violentos por parte de los talibán y de los señores de la guerra ante la llegada inminente de las elecciones. De hecho, uno de esos jefes tribales, Ismael Khan --actual ministro de Energía y Agua-- cuenta con 4.000 milicianos en Herat que se dedican a cobrar aranceles a los transportistas y a obtener beneficios con la plantación y el traslado de opio a Irán.

Por eso, algunos de los efectivos consultados creen que la idea del ministro de Defensa, José Bono, de bombardear los campos de adormidera es una "locura". "Si lo hiciéramos se nos echaría encima toda la región, incluidas las milicias, porque el opio es el modo de vida de mucha gente. Tendrán que darles un modo alternativo de ganarse el pan", indicaron varios soldados.