Una operación conjunta de la Policía Nacional y la Guardia Civil ha permitido desarticular una activa banda de ladrones, con 59 componentes a los que se atribuyen 216 robos en varias provincias españolas. Ocho de los integrantes del grupo criminal -todos ellos españoles, de entre 20 y 35 años- fueron detenidos en Zaragoza, después de que un intento fallido de atraco a un estanquero degenerase en una discusión en la que uno de ellos apuñaló a otro por la espalda.

Así lo revelaron ayer los responsables del operativo en una presentación de la operación realizada en Valladolid, de donde partieron las pesquisas.

Según fueron descubriendo los investigadores, la banda, radicada en Madrid y Valladolid, actuaba en las provincias de Valladolid, Salamanca, Zamora, Burgos, Toledo, A Coruña y Zaragoza, así como en distintos puntos de Madrid y Cantabria. El valor de lo sustraído por la banda se calcula en no menos de 20 millones de euros, y la cantidad de vehículos que se llevaron en 59, el mismo número que los robos cometidos en bares, tiendas, colegios y explotaciones agrarias, entre otros lugares.

La banda estaba organizada en tres células relativamente independientes, que además cambiaban de cabecilla si este era detenido, lo que ha dificultado su desarticulación. Estudiaban cuidadosamente los lugares donde pensaban llevar a cabo los robos y atracos y preparaban el golpe, llegando a contratar a ayudantes solo para dar la alarma sobre la presencia policial.

Además de experimentados -suman 180 arrestos-, los componentes de la banda eran peligrosos, y no dudaban en atropellar a los agentes que intentaban darles el alto en los robos, como llegó a suceder. Tampoco, como se vio en Zaragoza, tenían problemas en agredirse entre ellos.

Tras robar la mercancía, solían quemar los vehículos robados que habían utilizado para el transporte, y ocultaban el botín en naves abandonadas que tenían bajo su vigilancia hasta que consideraban que ya era seguro revenderla.