Los residuos de lindano que contaminan el subsuelo del barranco de Bailín, en Sabiñánigo, están a punto de ser un problema con solución. La Unidad de Descontaminación del Lindano comenzó el pasado miércoles un proyecto piloto que busca la oxidación química del material para transformarlo en derivados inocuos (o por lo menos, mucho menos contaminantes). Durante las próximas dos semanas tendrán lugar los trabajos de campo, para establecer dosis, tiempos y presiones. Después, los resultados serán analizados para determinar, los primeros meses del año 2017, si la solución propuesta es realmente efectiva.

Los trabajos que se están realizando en Bailín han recibido una inversión de 1,2 millones de euros. En estos momentos se está estudiando el comportamiento de un sulfito mezclado con sodio en una zona acotada de 100 metros a una profundidad de entre 40 a 50 metros. Este ensayo se enmarca en el proyecto Discovered Life, cofinanciado por la Unión Europea y en el que participan Gobierno de Aragón, la empresa pública Sarga y la Asociación Internacional de HCH y Pesticidas (IPHA).

TEMPERATURA

El jefe de la unidad del lindano, Eduardo Calleja, destaca que el sistema se ha diseñado especialmente para la geología de la zona, con formaciones areniscas muy fracturadas en las que se acumula el contaminante. "Hemos dedicado los últimos dos años a preparar las zonas de inyección", reconoce. El trabajo se realiza las 24 horas del día por los distintos plazos de exposición que están ensayando. También intervienen variables como la profundidad, la presión o la temperatura. Este último elemento es especialmente crucial cuando se tiene en cuenta que el producto químico es explosivo si supera los 50 grados. "No usamos electricidad a la hora de bombear los compuestos para evitar cualquier problema con las chispas", indica.

El ingeniero de Sarga, Juan José Mestre, explica que en la zona trabaja un equipo multidisciplinar de 16 personas. "El trabajo nocturno durante estos meses casi se agradece", bromea. La oxidación química tiene como objetivo la descomposición del lindano en cloro vivo, CO2 y agua. El problema es que la mezcla también libera otros componentes contaminantes menores que tienen que reducir al máximo. "Nuestro objetivo es que la técnica final provoque el menor número de sustancias dañinas posibles", expresó la geóloga Silvia Hernández.

La lucha contra el lindano está acotada por ahora únicamente a 100 metros lineales de arenisca. Si las pruebas logran su objetivo la tarea se hará extensible a todo el vertedero, culminando una de las fases más complejas de la lucha contra el pesticida. "Podemos obtener resultados negativos en la experimentación, pero eso no sería una derrota, porque el conocimiento se acumula", asume Calleja.