La presentación del presupuesto del Gobierno de Aragón ha hecho saltar todas las alarmas en el consistorio zaragozano. Sus cifras iniciales no recogen, al menos a la vista, los 3,5 millones de euros que estaba obligado a aportar para financiar la segunda fase de las obras del sellado del vertedero de Torrecilla de Valmadrid. Una actuación que ya debía haberse iniciado el año pasado, según se recogía en el convenio suscrito en el 2014 entre la DGA y el ayuntamiento, y que se retrasó a este ejercicio. Unos trabajos para los que las cuentas de la ciudad en el 2017 ya recogían cuantía suficiente pero que, sin la financiación autonómica, difícilmente podría afrontar. Respirarán aliviados porque, según el Ejecutivo autonómico, sí habrá dinero.

Fuentes oficiales del Departamento de Desarrollo Rural y Sostenibilidad que dirige Joaquín Olona explicaron ayer a este diario que «se ha incluido en la partida denominada Apoyo a los municipios para la gestión ambiental», una bolsa de dinero en la que este año «se han metido tres millones más que el año pasado». Es decir, la partida no es finalista, lo que, a juicio de ZeC, aumenta el riesgo de no ejecutarla.

Aunque la DGA remarcó que «el coste de esta actuación no se conoce aún y hay que añadir una adenda» al convenio con el ayuntamiento. De momento, el consistorio asegura que ya ha hecho los deberes y remitió el año pasado el proyecto constructivo a la DGA. Ahora solo falta el visto bueno autonómico y que el consistorio proceda a la licitación de las obras. Si se garantiza el compromiso de abonar el dinero.

Porque ayer mismo el alcalde de Zaragoza, Pedro Santisteve, evidenciaba en los micrófonos de Radio Zaragoza que su relación con el presidente de Aragón, Javier Lambán, dista mucho de ser fluida. «No tengo ninguna obligación de creerme nada», llegó a decir para referirse a la deuda, del tranvía y los impagos tributarios. Le exigió «gestos» y «que le diga a su subordinado, el señor Gimeno (consejero de Hacienda), que firme ya el talón», apuntó.