Aragón posee un gran patrimonio de obras defensivas medievales, fruto de su larga y complicada historia como tierra de frontera. Pero su estado de conservación no es uniforme. Algunas fortificaciones están muy bien cuidadas, pero otras necesitan reformas que les devuelvan su esplendor.

Por este motivo, la consejera de Educación, Cultura y Deporte del Gobierno de Aragón, Mayte Pérez, anunció ayer que se está trabajando en la puesta en marcha de un Plan Integral de Castellología que permita evaluar, recuperar y poner en valor el rico patrimonio del que dispone el territorio en cuanto a fortificaciones se refiere. En la actualidad, en la provincia de Teruel, 84 están declaradas Bien de Interés Cultural y más de medio centenar pendientes de su calificación.

«Hemos visto un nuevo potencial, que es ese patrimonio relacionado con los castillos y fortalezas, que hay que poner en valor, y que aportan un plus, no solo histórico y patrimonial, sino también turístico y económico», señaló Mayte Pérez ayer durante su visita a la localidad turolense de Albentosa.

En la misma, se presentó un proyecto piloto, coordinado por Arcatatur (Asociación para la recuperación de los Castillos Turolenses). El objetivo de esta iniciativa es inventariar el conjunto de fortificaciones medievales, modernas y contemporáneas existentes en la provincia, actualizando la documentación disponible, realizando una propuesta de delimitación, evaluando su estado de conservación y su problemática, analizando su potencialidad turístico-cultural y efectuando una propuesta de intervención.

PROYECTO PILOTO

La consejera explicó que se ha encargado dicho proyecto para que «se identifiquen los castillos y las posibles actuaciones a través de planes directores». Ello permitirá recuperar y dotar de contenido uno de los recursos patrimoniales de Aragón con un gran potencial.

Para este proyecto piloto se han seleccionado 10 fortificaciones turolenses de diferente tipología. Solo en esta provincia se han contabilizado más de 600 fortalezas y castillos. Claro que su grado de conservación difiere mucho de unos a otros.

De ahí la necesidad de hacer estudios previos que comiencen con la localización geográfica exacta de cada una de estas construcciones defensivas.

En su mayoría se encuentran situadas en pueblos, pero existen otras que se hallan en zonas deshabitadas, donde han sufrido durante siglos la erosión provocada por los fenómenos meteorológicos.

En algunas ocasiones, no quedan de ellas más que unos pocos vestigios e incluso únicamente los cimientos o unos muros que atestiguan que en ese emplazamiento llegó a haber una torre o una fortaleza para la defensa de un territorio.