El consistorio de Broto y la DGA están en contacto en la actualidad para tratar de devolver su aspecto original al crucero que fue restaurado de forma chapucera por los propios vecinos de la pequeña aldea de Bergua, en el Sobrarbe. "Ahora, antes de actuar, es preciso buscar restos del monumento y toda la documentación que exista sobre el mismo, para realizar una intervención con todas las garantías", subrayaron en la DGA.

El Gobierno de Aragón se interesó por la restauración de la cruz de término, de estilo medieval, en marzo del 2012, antes de que se acometiera su reconstrucción chapucera. Pero entonces el Ayuntamiento de Broto no facilitó los datos requeridos por Patrimonio sobre el monumento, la comunicación entre instituciones se interrumpió y la Administración "no pudo intervenir".

Esa explicación facilitó ayer la Consejería de Cultura sobre el motivo por el que la DGA no veló por la protección de la cruz de término, que, como todos los ejemplares existentes en Aragón, está catalogada como bien de interés cultural (BIC).

"Dieciocho días después de recibir una comunicación del consistorio de Broto en la que se informaba del deseo de los vecinos de Bergua de restaurar la imagen, la Dirección General de Patrimonio pidió al ayuntamiento fotos del crucero con el fin de preparar una visita de los técnicos a la zona, pero no hubo contestación alguna", señalaron ayer fuentes de la Consejería de Cultura.

El resultado fue que los propios vecinos (alrededor de 30) decidieron llevar a cabo la restauración por sus propios medios, no sin antes pedir consejo a expertos en la materia, según explicó Mari Carmen Muro, alcaldesa de Broto, de donde depende el núcleo de Bergua.

La restauración así acometida, ya en el 2014, no satisfizo a nadie. El propio Ayuntamiento de Broto volvió a ponerse en contacto con la Dirección General de Patrimonio a mediados de este mes, antes de que el caso apareciera por primera vez en EL PERIÓDICO DE ARAGÓN, para "solicitar ayuda" para tratar de mejorar la reconstrucción de la imagen, que fue arrancada durante la guerra civil y permaneció durante largas décadas guardada en casa de un vecino.

El problema se ha podido ver facilitado por el hecho de que solo 14 o 15 agentes de protección del patrimonio cultural vigilan el territorio aragonés. En Sobrarbe y la Ribagorza ni siquiera cuentan con uno de estos profesionales, por lo que tiene que ser uno de Jaca el que se desplace a ambas comarcas.

Por su parte, la organización de defensa del patrimonio aragonés Apudepa denunció ayer lo ocurrido en Bergua y recordó que la ley obliga a la DGA a tener una relación de todos los peirones, cruceros y cruces de término de Aragón. "Eso todavía no se ha hecho", subrayó Carlos Bitrián, presidente de la entidad, que observó que, "afortunadamente", la restauración vecinal "es reversible".