Malos tiempos para casi todo. También para el negocio de las palmas de Semana Santa. Ayer apenas se atisbaban palmas en el horizonte de la primera procesión de Zaragoza. ¿Pérdida de tradición? ¿Desinterés? La respuesta, como viene siendo habitual durante los últimos cuatro años, se encuentra en la crisis económica, omnipresente. Los tenderos tampoco se mostraron especialmente ilusionados, y muchos de ellos cerraron sus escaparates con anterioridad a otros años ante la escasez de ventas.

Es el caso de Sara Larusse, cuyo puesto se encontraba en plena calle Alfonso. Poco antes de la hora de comer, el gentío era escaso. Y el balance negativo. Tras de una década vendiendo todos los sábados previos al domingo de ramos palmas de Semana Santa, afirma sin miramientos que este, el 2012, es uno de los peores. "Ha venido poca gente esta vez, y la tendencia de año a año es descendiente". Es posible que influya el retroceso de la religión católica entre la confesión de los aragoneses, pero sin duda el factor determinante es la crisis. "La mañana ha sido floja", admite de nuevo. Su tienda parece llena.

La de Raquel Rodríguez también. Se cubre del sol bajo una lona de plástico. Hace un calor impropio de la primavera, más típico del verano. "Un día bastante regular", señala, frente a una mesa repleta de todo tipo de dulces, desde chocolatinas a gominolas. Es el auténtico atractivo de las palmas, especialmente para los más pequeños. Las hay de todo tipo, incluso con los dibujos animados que más sensación causan entre los niños.

"Estos dos de Bob Esponja y estos dos de chupete", dice en voz alta una madre, frente al puesto de una tendera en paseo Independencia. En la mano lleva una palma gigantesca, más grande de lo habitual. "Más pequeña no hay, ¿verdad?". Al fondo espera un padre con un pequeño que no supera los dos años de edad. Disfrutarán juntos de la palma y de los regalos, una tradición simbólica que, por cuestiones económicas y culturales, puede ir en retroceso.

Nadie da palmas. Ni literal ni figuradamente. Sin embargo, se siguen viendo en Zaragoza. Y hoy, Domingo de Ramos, aún habrá más. Los dulces aún son un importante atractivo para mantener la costumbre.