Hace apenas mes y medio coincidí con el librero Paco Camarasa en la Semana Negra de Gijón, pues ambos, con Fernando Marías y Carlos Salem, fuimos jurados del Premio Dashiell Hammett a la mejor novela del año, que recayó en Yo fui Johnny Thunders de Carlos Zanón. Debatimos y nos divertimos, como siempre, pero Camarasa no nos dijo que iba a cerrar su mítica librería, Negra y Criminal, establecimiento que él mismo y su mujer, Montse, abrieron en la Barceloneta trece años atrás.

La noticia de su próxima clausura saltó ayer y me dio mucha pena porque esta librería ha sido muy especial, un templo para los géneros literarios, en particular para la novela negra. Un lugar cómplice y maravilloso donde presentar tus libros y adquirir los ajenos, incluyendo ediciones inencontrables de autores clásicos, pero muy olvidados, como James Hadley Chase, Ellery Queen, Rex Stout y tantos otros. Un espacio bohemio donde se servían mejillones y Bloody Mary bajo el calor de la amistad.

Camarasa ha declarado que cierra porque no vende libros, lo que no deja de resultar paradójico en un momento tan bueno como el actual para los autores de intriga. Ocurre que esos ejemplares se venden en otros espacios, y que, al igual que sucede con el pequeño comercio, estos modestos establecimientos familiares, por expertos y amables que sean sus propietarios, están condenados, en el mejor de los casos, a mantenerse; y, en el peor, a desaparecer. En este caso, ni siquiera el alto grado de especialización de Negra y Criminal ha garantizado su supervivencia.

España, que una vez tuvo voz y cultura propias, en su deriva hacia la estandarización ha asimilado con rapidez y eficacia los modelos globalizados de consumo, acostumbrando a sus consumidores, más que clientes, a regirse por mecánicas y estímulos de novedad y tendencia, adquiriendo lo que el mercado y la publicidad impone donde el capital manda. Aragón ocupa un ránking destacado en respuesta a centros de ocio, con el resultado de un consumo alto, homogéneo, poco selectivo y apenas diferencial.

¿Cómo combatir esta peligrosa tendencia? Apoyando a nuestros autores, artistas, compañías teatrales, novelistas y libreros. Con nuestra presencia y dinero. Y tal vez, pese al cerrojazo de Negra y Criminal, no sea aún demasiado tarde.