Las prospecciones llevadas a cabo desde el año 2012 por la Fundación Conjunto Paleontológico de Teruel-Dinópolis han generado el hallazgo de decenas de nuevos afloramientos con huellas de dinosaurios excepcionalmente conservadas. Se trata de marcas de hace unos 125 millones de años, de la ea conocida como Cretácico Inferior y fueron descubiertas en diferentes municipios turolenses.

Estos peculiares fósiles han permitido la definición de un nuevo concepto para referirse a las marcas dejadas por los dinosaurios al desplazarse: las huellas cuatridimensionales. Se caracterizan por revelar la trayectoria del pie del dinosaurio dentro del sedimento y por conservar el registro de la cuarta dimensión: el tiempo requerido en su formación. El yacimiento en el que mejor se aprecian estos rasgos se denomina Río Alcalá y se sitúa en Alcalá de la Selva.

La característica principal de las huellas es que se presentan en forma de rellenos (o contramoldes) en la parte inferior de múltiples estratos de areniscas que se extienden lo largo de centenares de kilómetros cuadrados. Por eso, los expertos han denominado al conjunto de estos yacimientos megayacimiento de huellas barremienses de Teruel. El Barremiense es un piso geológico del Cretácico Inferior que abarca el intervalo comprendido entre hace 125 y 130 millones de años.

La mayor parte de los cientos de nuevas huellas identificadas fue producida por dinosaurios ornitópodos. Sin embargo, también aparecen icnitas de grandes terópodos (dinosaurios carnívoros) y, en menor abundancia, de saurópodos y de anquilosaurios.

Varios contramoldes presentan una extraordinaria conservación y plasman incluso la dinámica de la pisada en los dinosaurios productores. Este rasgo se registra principalmente en huellas profundas (algunas alcanzan más de 60 centímetros de profundidad), originadas en un barro con la suficiente consistencia como para evitar el hundimiento de las paredes tras el movimiento de los apéndices. Posteriormente, el hueco fue rellenado por las arenas que produjeron el contramolde.

En estos casos se conservan las impresiones de la piel del dinosaurio, en forma de polígonos pentagonales o hexagonales, y las estrías o acanaladuras generadas por esta durante el movimiento de los apéndices por el sustrato fangoso. Asimismo, en algunos casos se conserva la forma de las uñas de los dinosaurios.