Todas las parroquias de la diócesis de Zaragoza quedarán agrupadas en unidades pastorales, a partir del 1 de septiembre. Un «experimento», en palabras del propio arzobispo de Zaragoza, Vicente Jiménez, que durará tres años y que tiene por objeto trabajar en coordinación para ofrecer unos servicios religiosos «mejores y más racionalmente» y hacer frente a la falta de vocaciones. El decreto de aprobación, firmado ayer por el prelado zaragozano, sigue las pautas marcadas por el Plan Diocesano de Pastoral 2015-2020, fijado por los obispos de las distintas diócesis aragonesas, y las recomendaciones del papa Francisco.

Esta agrupación de parroquias cercanas en una vicaría pretende que los fieles de todas ellas conformen una comunidad cristiana «viva, fraterna y orgánica» que permita realizar las actividades pastorales con su participación y colaboración. Cada una de ellas será encomendada a uno o varios sacerdotes y a lo que se denomina equipo apostólico, en el que se incluyen también miembros de la vida consagrada --comunidades religiosas-- y laicos. Pero, sobre todo, busca una mejor distribución de los recursos humanos y materiales (infraestructuras y centros parroquiales), sobre todo en los pequeños municipios.

Esta reorganización, que lleva casi un año en proceso de consultas con los vicarios y los consejos pastoral y presbiteral, no ha sido acogida con igual interés por todos los sacerdotes, algunos de los cuales consideran que es más efectista que efectiva y está abocada al fracaso.

Para el agrupamiento, según fuentes oficiales del arzobispado, se ha tenido en cuenta no solo la proximidad de las parroquias, también el número de habitantes y hasta se ha contado con un estudio sociológico.

No obstante, en el propio decreto de aprobación, Vicente Jiménez recomienda «respeto con las situaciones personales y comunitarias», pero que el proceso sea «incisivo y firme». Y añade la necesidad de sensibilizar a toda la comunidad parroquial «para vencer miedos y resistencias» y formar «en esta línea y mentalidad» a los seminaristas.

«No será un cambio drástico», indicaron las fuentes del arzobispado. «Servicios como la catequesis o Cáritas se podrán coordinar, igual que las misas, para que no coincidan todas las de la zona a la misma hora».