Las catorce trabajadoras del 010 volvían ayer a descolgar el teléfono tras la huelga realizada durante las fiestas del Pilar. Regresaban al auricular a atender a su principal aval: los ciudadanos de Zaragoza. Son los únicos que les arropan de forma incondicional, pero ellos no tienen la solución a sus problemas. «La única salida la tienen que tomar los 31 concejales y en sus manos está nuestro futuro. Y si el problema es Alberto Cubero, el alcalde debería tomar el mando», explicaba su portavoz, Rosa del Mazo, quien reconocía que «dos años después, pensamos que no merecía la pena».

Atrás han quedado los días de gritar por la municipalización de las contratas detrás de una pancarta con una plataforma que aglutinaba a varias pero que hoy ha dejado de existir. Quizá porque su principal valedor, Zaragoza en Común (ZeC) ya estaba al frente de la nave. También quedan lejos los días en los que ellas, las 14, comparecían junto al edil para clamar por un acuerdo político que pusiera fin a años de impagos de la nómina y adjudicaciones en serie que ahora les cogía en una edad muy mala para reorientar su futuro.

Ayer les quedaban fuerzas para volver a poner el despertador y atender puntualmente las llamadas del ciudadano. En un momento en el que, explicaba Rosa, llevan «casi 5 meses sin cobrar» y perteneciendo a una empresa «que ya nos ha dicho que hará un ERE de extinción si la situación actual se prolonga». De este mes no pasa, toca llegar al final de un túnel que nadie sabe adónde les conduce. De hecho, ni siquiera ellas se explican este «limbo legal» en que se encuentran: pertenecen a una empresa que ya no trabaja para el ayuntamiento, a la que este ha dejado de pagar, y a la que, en teoría, solo le queda este contrato vivo antes de desaparecer. Pero si no iban, además su «despido sería procedente».