César Ambrosio García Solano lleva en el centro penitenciario de Zuera (Zaragoza) desde principios de mayo del año pasado cuando fue arrestado por retener en contra de su voluntad a su expareja y al jefe de esta, además de agredirles, en un bar del zaragozano barrio de La Almozara. Ayer, la Audiencia Provincial de Zaragoza impuso a este militar de profesión dos años de prisión, por lo que su salida está cerca, ya que dentro de tres meses cumpliría, en modo provisional, la mitad de la condena. Inicialmente, la Fiscalía solicitaba casi 17 años de prisión.

Una reducción considerable de la pena que se basa, en parte, a las atenuantes que presentó el abogado defensor, José Luis Melguizo: reparación del daño y la considerable embriaguez del procesado cuando cometió los hechos. No solo se basan en la declaración del propio César Ambrosio García, sino que destacan que hasta las víctimas coincidieron en ello. Junto a la pena de prisión, el tribunal provincial le impone el pago de una multa de 420 euros por las lesiones y daños ocasionados, así como la prohibición de acercarse a las víctimas por más de 3 años.

Los magistrados argumentan que el secuestro que llevó a cabo este joven no es grave, ya que «puso en libertad a sus víctimas entre una y dos horas después de la detención». Valoran también que el enjuiciado fue quien acabó «de forma voluntaria» con la retención por cuanto «la simple recomendación de la madre de la expareja o la amenaza de una eventual y futura intervención de la policía no desnaturaliza este hecho».

CON UNA BOTELLA / Durante la vista oral se debatió sobre si César Ambrosio García utilizó o no una botella de cristal rota como instrumento para agredir al dueño del bar, después de haber observado una «actitud amorosa» con su entonces novia. Ante la disparidad de versiones, la Audiencia Provincial de Zaragoza considera que «no consta acreditado la forma en la que se produjo el corte en la mano». Por tanto consideran que no se observa un dolo o intencionalidad en el ataque.

También es condenado por un delito leve de daños, ya que fue el propio acusado quien reconoció que había arrojado contra el suelo el teléfono móvil de su expareja, si bien admiten que no pueden determinar el valor del mismo, puesto que no hay ningún informe pericial que lo determine.

Del resto de delitos que acusaba el ministerio público (amenazas e injurias) el procesado ha sido absuelto. Como hechos probados la sentencia afirma que César Ambrosio García cerró con llave el bar en el que estaba, impidiendo salir del mismo a su exnovia, camarera donde se produjo el secuestro, y al jefe de esta.

Durante un par de horas, este joven propinó golpes a sus víctimas, profiriendo, además, expresiones tales como «malparida» y «perra», incluso les llegó a decir que les iba a matar, uno después de otro. Como consecuencia de todo ello, la mujer sufrió lesiones que no precisaron atención médica, mientras que el hombre padeció policontusiones, un edema en la rodilla izquierda y una herida sangrante en la mano. Fue necesaria la labor de los bomberos para forzar la puerta y abrir el bar.