Los dos jóvenes que durante un mes protagonizaron una ola de atracos en salones de juego y ocio en la capital aragonesa pasaron ayer su primera noche en la prisión de Zuera. Fueron identificados como J. G. G y O. G. G., si bien la Policía Nacional no descarta más arrestos, ya que mantiene abierta las pesquisas.

El titular del Juzgado de Instrucción número 5 de Zaragoza así lo decretó por considerarlos autores de nueve robos con violencia e intimidación con los que consiguieron sembrar el miedo entre los propietarios de este tipo de negocios y entre los trabajadores de los mismos. De hecho, la Asociación de Empresarios de Juego de Aragón (AESA) había llegado a solicitar una reunión con urgencia con el jefe superior de la Policía en Aragón, José Ángel González, para que se aumentara la seguridad.

OPERATIVO

El arresto, tal y como adelantó EL PERIÓDICO, se produjo el pasado jueves por la tarde, después de que el Grupo de Atracos de la Policía Nacional y agentes pertenecientes a la comisaría de Centro activaran un operativo especial que fue bautizado como operación Avance

Desde el inicio de la investigación, que los agentes califican como «exhaustiva», los responsables de la misma trataron de definir el modus operandi empleado por estos jóvenes que cuentan con numerosos antecedentes por hechos similares, resaltando uno de ellos porque estaba cumpliendo actualmente condena en régimen abierto.

Los sospechosos asaltaban los salones de juego y azar a cualquier hora del día, llegando incluso a hacerlo hasta en dos ocasiones en una misma jornada. Una incidencia delictiva que iba en aumento a medida que tenían éxito en sus golpes. De hecho, llegaron a conseguir nada menos que 30.000 euros, cifra muy superior a la que inicialmente barajaban los investigadores.

J. G. G y O. G. G. accedían al interior de estas casas de juego siempre ocultando su rostro con máscaras, usaban guantes para no dejar ninguna huella e iban provistos de cuchillos de grandes dimensiones con los que conseguían intimidar a los empleados. A ellos se dirigían desde el primer momento para conseguir el dinero lo más rápido posible y evitar que los clientes pudieran dar aviso a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Antes de acceder a los locales, según fuentes policiales, hacían labores de vigilancia tanto del exterior como del interior, llegando a conocer cuántos trabajadores había en el momento en los salones de juego. La caja de c audales de los premios era su objetivo.