Una llamada a la sala del 091, en la madrugada de ayer, ponía en alerta a la Brigada de Seguridad Ciudadana de la Policía. Un hombre denunciaba que dos personas ajenas a una comunidad de propietarios del barrio zaragozano del Actur habían accedido al interior del aparcamiento y que tenía la sospecha de que se trataba de ladrones de coches o de trasteros. Inmediatamente llegaron al lugar y descubieron que se trataba de un vuelco de drogas, que en el argot delincuencial es cuando un traficante roba a otro sustancia estupefacientes.

Varias patrullas se desplazaron a dicho lugar y, mientras realizaban, las labores de localización de los dos individuos observaron que ambos salían corriendo del lugar. Una vez dados el alto, según fuentes consultadas, les realizaron el pertinente cacheo y les intervinieron nada menos que 200 gramos de speed -el kilo de esta metanfetamina tiene un valor en el mercado ilícito de 3.000 euros-. Ante tal cantidad, los dos individuos aseguraron que no era de ellos, que les habían encargado el robo de dicha droga. Para llevar, supuestamente, a cabo esta sustracción tuvieron que romper la ventanilla del coche.

Inmediatamente, el Cuerpo Nacional de Policía abrió diligencias para intentar identificar al propietario de un turismo, que resultó ser una mujer que también fue arrestada, al igual que los otros dos jóvenes, como supuestos autores de tráfico de drogas. Los tres están a la espera de pasar a disposición del Juzgado de Guardia.

El último vuelco de droga juzgado en Zaragoza fue en el 2017 cuando tres jóvenes se sentaron en el banquillo por robar cocaína a otro. La Fiscalía relató que tras propinarle un empujón, rociarle con un spray de autodefensa y amenazarle con dos pistolas que llevaban, revolvieron toda la casa para conseguir su botín.

Otros han sido más violentos y han acabado en un crimen como el de Ariel Carrasco (2015), Lamine Gueye (2013) o de Luis Bernal (2008), si bien en este último caso, sin juzgar, el fallecido tenía marihuana para su consumo.