Flojo debe andar de ingenio el florilegio político para que un pleonasmo tan simple como el eslógan No es no de Pedro Sánchez haya calado entre sus adeptos, incluso en la opinión pública. Tampoco es para tirar cohetes el ¡Sí se puede! de Podemos, calcado del Yes, we can de Barack Obama, pero igualmente funciona. Herederos ambos de aquel glorioso No pasarán, naturalmente, pero sería como comparar a Janis Joplin con Alanis Morissette. El modelo original rara vez se supera.

Paxti López, que es fan del Boss (y de sí mismo), y quiere ser boss, jefe en sus filas, se ha enfrentado verbalmente al otro rockero que anda por las rutas socialistas. Frente al No es no de Pedro Sánchez, Patxi acuña su estribillo o hit: Sí es sí.

Ambos rockers son diametralmente opuestos. Sánchez, que era niño bien, ejemplar, concejal meritorio y diputado obediente, se ha echado al monte del rojerío y se hace acompañar a los coros por Pablo Iglesias y la sombra de Javier Krahe, aquella lengua de serpiente con carga de profundidad contra un Felipe González respecto a quien Sánchez pronto pasará de la veneración a la abominación.

El guapo ya no hace de yerno ideal, sino de líder duro, chupa negra (pero de Prada), puño en alto, no a la derechona, a la injerencia de los bancos y corporaciones, no a esa casta que siempre está ahí, en el stablishment, ordenándolo todo y llevándoselas crudas, sí a los sindicatos y al personal joven y de izquierdas que viene a poner freno a los viejunos, sí a un PSOE que, como diría Guerra, pero en otro sentido, no lo va a conocer ni la madre ni el padre (Pablo Iglesias, ¿copia del original?) que lo parió. Sánchez quiere otra banda, nuevas canciones, elepé, entrevistas y actuaciones, y un poco de heterodoxia para epatar al burgués.

Patxi, en cambio, sigue fiel al Boss, a su espectáculo para toda la familia socialista, a las melodías de esa sana denuncia, de ese solidario gobierno, de esa gestión compartida que el PSOE ha sabido tocar, coser durante tantas décadas, compatibilizando el rock con el bolero, la clásica con el guagancó. López igual canta en vaqueros que se pone la pajarita en los hoteles del poder, lo mismo almuerza sardinas en Portugalete que se despacha una merluza a la vasca en salsa de pacto autonómico...

A falta de que Susana Díaz emprenda su turné, la programación musical del PSOE está de lo más variada.