Eran las 6.10 horas de un 29 de julio de hace dos años en Tudela. La localidad estaba en fiestas y uno de sus vecinos regresaba solo a su casa, tras dejar a su novia en el domicilio de esta. En su camino coincidió con un vehículo en el que iban unos zaragozanos y que acabaron dándole una paliza, después de que este joven les reconociera que era seguidor de Osasuna. Ahora los responsables de apalear a este tudelano, A. E.y Óscar Nasvascués, acaban de ser condenados como autores de un delito de lesiones con uso de intrumento peligroso. La magistrada del Juzgado de lo Penal número 1 de Zaragoza, María Alemán, les impone, respectivamente, las penas de tres años y dos años y medio de prisión. En el primero de ellos, A.E., concurre la agravante de reincidencia, ya que fue condenado por el mismo delito en un juzgado zaragozano en el 2014.

Inicialmente ambos acusados se enfrentaban hasta a cuatro años de cárcel, ya que las acusaciones entendían que se podía dar una agravante de odio por la cuestión futbolística, si bien la jueza no considera este extremo por entender que una «cuestión ideológica respondería a razones de raza, sexo o condición sexual, además de libertad ideológica».

La jueza considera en su sentencia, que no es firme, señala que A.E. y Navascués se bajaron del turismo en el que iban, le preguntaron si era de Osasuna y al contestarles que sí, se empezó a sentir incómodo, tratando de irse, si bien no pudo porque le agredieron con una barra de hierro que sacaron.

Con ella le dieron varios golpes en las extremidades y también alguna patada, si bien el joven agredido pudo en un momento dado ponerse de pie y escapar hacia una panadería que minutos antes había visto que estaba abierta. Los acusados le siguieron, pero depusieron sus intenciones cuando observaron que se acercaba a una zona con gente. Unos testigos corroboraron que estaba siendo perseguido por los encausados.

Los atacantes se separaron para dificultar su localización, aunque finalmente fueron detenidos por agentes de la Policía Local de Tudela poco tiempo después. Durante el juicio, los enjuiciados, que solicitaban la libre absolución, dieron versiones radicalmente contradictorias.

Como consecuencia de estos hechos, la víctima sufrió diversas lesiones, incluida una operación quirúrgica en el codo, que precisó de tres días de hospitalización y 177 de recuperación.