La Diputación Provincial de Zaragoza (DPZ) ahorrará entre 20.000 y 30.000 euros al suprimir este año la tradicional comida de alcaldes con motivo de las fiestas del Pilar.

La decisión se ha tomado dentro de la política de la nueva corporación de reducir gastos y destinar la mayor cantidad de dinero posible a servicios y planes que lleguen a los municipios y a los habitantes del medio rural.

Fuentes de la corporación provincial indicaron ayer en una nota de prensa que este año tampoco se gastará dinero en la compra de entradas para los festejos de la feria taurina del Pilar.

No obstante, sí se facilitarán a los alcaldes de la provincia entradas para los festejos taurinos de los días 15 y 16 de octubre, unas por estar incluidas en el contrato de arrendamiento de la plaza de toros con motivo del día de la provincia y, otras, por cortesía de la empresa, que ha regalado las entradas.

La noticia de la supresión de la comida fue bien acogida en general por los alcaldes. Los interesados se enteraron del cambio en el transcurso de las reuniones que vienen celebrándose durante los últimos días para consensuar, precisamente, las líneas de actuación prioritarias para los ayuntamientos durante este mandato.

El nuevo presidente de la Diputación de Zaragoza, el socialista Sánchez Quero, que inició su mandato en junio de este año, se ha propuesto llevar a cabo una serie de medidas para conseguir ahorros que redunden en beneficio de la institución.

Sánchez Quero, además, desea introducir una mayor transparencia en la gestión de los recursos de la corporación provincial. Entre otras cosas, desea acabar con las ayudas de presidencia, unas cantidades que se dedican a impulsar obras en los pueblos y que se tramitan de tal manera que existe cierto grado de discrecionalidad en su concesión.

La comida de alcaldes tiene una larga tradición. Se celebra en torno al día del Pilar en la Ciudad Escolar Pignatelli, en Zaragoza, y a la misma acuden la mayoría de los representantes de los 293 municipios con que cuenta la provincia.

Se trata ante todo de una jornada de convivencia en la que los alcaldes de pequeñas y grandes localidades tienen la ocasión de relacionarse aprovechando las fiestas de Zaragoza.