«Tienes un psicosomático por ser gorda y poco atractiva», le dijo el doctor a Gloria Albero cuando tenía 44 años. Lo que ella sentía era un continuo cansancio y un profundo dolor muscular al que no conseguía encontrarle una explicación. Ahora ya, con 72 años, tiene más que asumido que lo que le ocurre no es ni hipocondría ni nada que exista solo en su mente, sino que sufre fibriomilgia, una enfermedad que en Aragón afecta aproximadamente a 5% de la población.

Esta patología crónica aparece principalmente en el género femenino. En datos globales, seis de cada diez mujeres de entre 20 y 50 años padecen esta alteración que merma considerablamente su vida. «Tenía una tienda y me vi obligada a cerrarla», comenta Albero, que pidió la incapacidad pero se la negaron debido a que «en ningún momento le habían dado una baja y si se iba era porque quería».

«Hasta que no han salido casos de famosas esta era la enfermedad del vago», critica esta aragonesa. Recientemente se han conocido los casos de personajes conocidos como la cantante estadounidense Lady Gaga o María José Campanario, esposa del torero Jesulín de Ubrique. Aunque en cierto modo sirve para aumentar la visibilidad de esta enfermedad, «también se genera una perspectiva equívoca porque esta gente toma muchos calmantes y luego intenta seguir con su vida normal, y esto no funciona así», manifiesta esta afectada. Los expertos recomiendan aceptar el dolor ya que no hay recetas ni píldoras que puedan contrarrestar los efectos de la fibromialgia. «La solución no es acudir a la unidad de dolor, sino comprender la enfermedad y afrontarla», dice Albero.

La Asociación de Fibromialgia y Fatiga Crónica de Zaragoza (Asafa) ayuda a las personas a entender la enfermedad y lucha para que se establezca un protocolo en los centros de salud. «Hay gente que lo llevan muy mal y eso es un problema porque el remedio empieza por una cuestión de actitud», explica Nati Portolés, trabajadora del colectivo. «Es necesario que reconozcamos esta enfermedad y la hagamos visible, el día a día es muy duro, hay veces que puede doler hasta el roce de la sábana», prosigue.

Ante esta situación, Albero asegura que lo que nunca se debe hacer es quedarse en casa. «Cuanto más nerviosa me pongo y más me duele salgo a la calle, hay que distraerse porque en el sofá te va a doler igual», declara.

BUENA ALIMENTACIÓN

Gloria colabora con la asociación, es un gran ejemplo para aquellas personas que se encuentran en su misma situación, y trata de explicar desde su experiencia cómo es posible, con unos límites, continuar con la vida social. «Ya no necesito ni ir al psicólogo ni al nutricionista, me dedico a andar por el agua o a hacer un poquito de ejercicio», cuenta.

Seguir una buena alimentación es fundamental para sentirse mejor. «Determinados alimentos provocan inflamación y más dolor articular, como las grasas o la bollería», explica Laura Reviejo, nutricionista de Asafa. «Muchas personas están ya cansadas y lo ven todo de forma negativa al no ver una solución. Es un proceso muy lento y es importante no venirse abajo y abandonar», añade.

«Hay que dejar de ver esta enfermedad como negativa y que nadie se avergüence de padecerla», critica Portoles. «A nadie le importa decir que tiene diabetes o cualquier otra enfermedad conocida, pero en cambio nadie cuenta que tiene una almorrana, esto es lo que ocurre con la fibriomalgia, que parece que cuesta reconocerlo porque está mal vista», asegura.

Gloria Albero, después de 28 años, intenta llevar una vida normal gracias a su actitud, por lo que anima a todo el mundo a nunca perder la alegría. «No hay alternativa», concluye.