El río Ebro casi duplicará su caudal durante este fin de semana a su paso por el tramo medio de la cuenca y la ciudad de Zaragoza, donde el ayuntamiento mantiene el Plan Municipal de Protección Civil. Ante una crecida que se anuncia extraordinaria, las autoridades ya han decretado el nivel 2 de alerta y han avisado de que es peligroso permanecer cerca del cauce.

En cuestión de no muchas horas podría pasar en la capital aragonesa de los 1.287 metros cúbicos por segundo de ayer a un máximo de 2.700, con lo que se igualaría con las catastróficas riadas del 2003 y el 2015.

Además, uno de sus afluentes, el Arba, se desbordó en Tauste y obligó al cierre de una carretera autonómica. Y lo mismo pasó con el Jalón a la altura del barrio bilbilitano de Huérmeda y el puente que comunica Pradilla con Boquiñeni.

El caudal del Ebro sube rápidamente debido a las grandes aportaciones procedentes de sus afluentes en Álava y Navarra, principalmente el Arga y el Aragón, así como del Jalón, que ayer dio lugar a un aviso naranja a su paso por Calatayud.

El punto clave está en la localidad navarra de Castejón, donde las previsiones apuntan a la llegada hoy de un caudal entre 2.300 y 2.700 metros cúbicos por segundo.

En realidad, la crecida lleva ya varios días en marcha. Y ayer Gallur se sumó a las localidades donde ha sido preciso evacuar viviendas, como ya sucedió el miércoles en Peñaflor y Movera. En el caso de la primera población, el riesgo de deslizamiento de una ladera obligó al desalojo de nueve viviendas situadas sobre un talud que ha sufrido el desgaste producido por las intensas lluvias de esta semana. Al ceder el terreno, algunas casas quedaron literalmente colgadas sobre el vacío.

La punta de la riada llegará hoy sobre las 3 de la tarde al primer pueblo Aragonés, Novillas, donde se espera que el agua alcance una altura de ocho metros. De momento, ayer fueron evacuados los animales de varias granjas y se abrió un aliviadero de tres hectómetros cúbicos de capacidad con el fin de descargar la presión de la corriente en el cauce. «Vivimos una situación dramática», señaló ayer el alcalde de la localidad, José Ayesa. «Nos enfrentamos a una situación equiparable a la del 2015, cuando se produjo una riada catastrófica para la zona», dijo.

La Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) se muestra prudente y evita dar cifras concretas respecto a caudales. Esta actitud no tranquiliza precisamente a los sindicatos agrarios. Ayer mismo, UAGA pidió que las riadas tengan consideración de desastres naturales que exigen medidas urgentes.

EXTRAORDINARIA

El consejero de Presidencia del Gobierno de Aragón, Vicente Guillén, advirtió ayer de que lo más fuerte de la avenida comenzará la noche de hoy y continuará hasta el domingo. Ante la previsión de estas circunstancias, el ejecutivo autonómico activó ayer el nivel 2 ­-sobre 3- de emergencias, un protocolo que incluye la participación del ejército y de todos los medios que disponen las distintas administraciones.

La activación de este nivel responde a que «hay riesgo para las poblaciones», afirmó el consejero, quien añadió que, ante las posibles evacuaciones, estas se harán «de manera coordinada, fundamentalmente a través del 112» y que la situación exigirá una «coordinación absoluta de todas las administraciones» y la colaboración «de toda la ciudadanía».

Guillén remarcó que el Ejecutivo no quiere generar «alarma social», pero sí trasladar que la realidad de las previsiones, que apuntan a «una riada grave». Por último, Guillén pidió a los afectados «toda la colaboración posible porque todas las medidas que se van a tomar van a ser importantes».

La directora general de Justicia e Interior, María Ángeles Júlvez, informó de que las poblaciones que más preocupan son Novillas, Boquiñeni y Pradilla. Además, detalló que será una avenida extraordinaria y «relativamente rápida», un rasgo propiciado por las fuertes precipitaciones que todavía caían ayer en Navarra y porque los suelos en Aragón están «saturados de agua» después de estos días de lluvia, lo que provoca que la laminación sea poco eficaz. A los aportes de la lluvia habría que sumar que los embalses de Itoiz y Yesa abrieron sus compuertas -ya cerradas- para aliviar estos pantanos.

En el pantano de Mequinenza, aguas abajo del Ebro, ya se abren las compuertas desde el pasado miércoles para soltar agua, con el fin de abrir espacio para el aluvión que está llegando. Esta situación hace que se actúe con mucha cautela, como el Ayuntamiento de Boquiñeni, que ayer advirtió en un bando a los vecinos que es posible que el pueblo tenga que evacuarse si la corriente rebasa los diques y entra en las calles de la localidad.