En 1886, las personas que tenían que usar el servicio de transporte público en Zaragoza no utilizaban tarjetas electrónicas, ni pulsaban un botón para poder bajarse en su parada. Hace 126 años, los zaragozanos se movían por la ciudad en tranvías de tracción animal. Mucho ha pasado desde entonces, entre otras cosas la desaparición del tranvía eléctrico en 1976 y su nueva construcción el año pasado. TUZSA se ha convertido en una empresa innovadora en la gestión de sus máquinas.

La implantación de más éxito fue la puesta en funcionamiento de los autobuses que utilizaban biodiésel. "Desde el 2006 todos los vehículos que hemos incorporado han utilizado este combustible", recuerda Eduardo Sánchez, director de Explotación de la compañía. Esta sustancia resulta de una mezcla de diésel normal y biodiésel puro al 30%, es decir, este porcentaje procede de origen vegetal y no mineral. TUZSA fue pionera en la utilización de este combustible que, posteriormente, se extendió a otras comunidades. "Tenemos una flota de 357 autobuses y 128 de ellos ya funcionan con biodiésel", enumera Sánchez.

La reducción de las emisiones de CO2 y un transporte más ecológico son las claves que instaura la empresa para futuras acciones. "Es muy importante el respeto para el medio ambiente, pero esto hay que equipararlo al correcto funcionamiento del servicio", recalca. En este sentido, desde la pasada semana circula por las calles de la ciudad un autobús de la línea 40 que ni es rojo, ni funciona con gasoil. "El autobús híbrido lo estamos probando, pero necesitamos saber si es fiable y no se avería constantemente. Por muy ecológico o limpio que sea, tenemos que asegurarnos de su autonomía y fiabilidad para prestar un servicio de calidad", indica Sánchez.

Con el combustible y las mejoras respecto a las emisiones de gases contaminantes, el transporte público hace honor a su nombre. "Ya solo el hecho de hablar de transporte urbano y colectivo, nos lleva a pensar en cuidado del medio ambiente, reducción de emisiones contaminantes y sostenibilidad. Es importante que la gente deje de coger el coche para cualquier cosa", reflexiona.

Además de las mejoras en el interior de los autobuses, los usuarios han sido testigos de transformaciones en el habitáculo. "Hace 15 años sabíamos que un autobús salía de cocheras, pero en ese momento le perdíamos la pista. Ahora está todo sistematizado y eso aumenta la seguridad en todos los sentidos", recuerda.

Detalles

Desde las cosas más simples, como los acolchados que ahora tienen los asientos, hasta los más complejos sistemas electrónicos, el autobús rojo de TUZSA se ha convertido en una máquina más accesible. "El transporte público es una necesidad primaria para todos y necesitábamos que todo el mundo pudiera coger el autobús", entiende Sánchez. Una de estas mejoras atañe al sistema SIO que se implantó en el año 2008 y permite a los invidentes escuchar el recorrido y las paradas.

Las novedades y las comodidades han dejado en el olvido términos como bonobús o acciones como la de picar el billete. Ahora simplemente se lleva una tarjeta electrónica y ni si quiera hace falta tocar ningún botón. "Esta puede parecer una novedad muy simple, pero es un sistema que mejora todo: el tiempo de acceso al autobús, con la consecuente reducción de los tiempos en las líneas, y también significa un ahorro en el coste del billete", explica.