La huelga del tranvía proseguía ayer los paros en el servicio, una semana después de su inicio, con una imagen muy distinta a la de la pasada semana. El factor sorpresa del día 13 parece haberse desvanecido y las afecciones casi se limitaron a la primera hora, de 8.00 a 9.00 horas. Solo entonces pudieron verse las aglomeraciones en los convoyes, las paradas llenas de viajeros a la espera del Urbos 3 y el nerviosismo por llegar a tiempo al trabajo, a las clases o a la cita con el médico en el hospital. Mientras hoy las partes implicadas, la dirección y el comité de empresa de la operadora, Tranvías Urbanos de Zaragoza, afrontan la vuelta a una mesa de negociación, esta vez en Inspección de Trabajo, que ha aceptado mediar.

Desde la representación sindical de los conductores, su portavoz, Pilar Fuentes, confió en que «la empresa se presente con alguna novedad que desatasque el problema». Una solución que, a su juicio, pasará porque «garantice el cumplimiento de lo pactado y fije unos plazos para hacerlo». Entre otras cosas, añadió, porque «hay decisiones que tiene potestad para tomarlas en solitario, como la aplicación de los cuadros de marcha».

Sobre el seguimiento de los paros, el comité de huelga aseguró que ayer fue «similar» al de las tres jornadas anteriores, rondando, entre la mañana y la tarde, «el 85% de los conductores» que podían hacerlos. Y admiten que las afecciones fueron menos «porque hacía mucho frío y los usuarios ya saben que estamos en huelga». Por lo tanto, bajo su punto de vista, lo que sucedió es que nadie quería esperar en la parada y, o bien buscaron otros medios de transporte alternativos o bien recurrieron al vehículo privado.

Está previsto «hacer balance con los conductores la próxima semana». Con todos los avances que se produzcan, «que pasarían siempre por el referéndum» entre el personal, o la ausencia de los mismos. «Si no sale nada positivo de esta reunión, habrá que replantearse si estos paros son suficientes o hay que recrudecerlos en abril», concluyó.