La Guardia Civil ha sido testigo de cómo, durante esta semana, el miedo de muchos a repetir la tragedia del accidente de Teruel --que dejó a un padre y a un hijo heridos, el joven, de 22 años, muy grave-- ha hecho se disparen los avisos para desactivar artefactos explosivos en domicilios. Si algo positivo ha tenido la explosión ha sido recordar que los artefactos explosivos de la Guerra Civil, que no solo permanecen sembrados en campos de toda España sino que decoran casas, iglesias y páginas de subastas de internet, aún son peligrosos tras casi 80 años.

Los Equipos de Desativación de Explosivos (Edex) de la Guardia Civil saben bien los estragos que pueden causar: por ello, a los desactivadores de Zaragoza les están lloviendo avisos.

Así lo exponían anteayer los efectivos de este grupo, con base en Zaragoza para todo el territorio de Aragón. Una unidad regresaba, a media mañana, de desactivar el último de estos dispositivos retirado por aviso de su propietario, un vecino de Escatrón. Se trataba de una granada, del tipo conocido como diablo rojo, de fabricación italiana. Los TEDAX de la Policía desactivaron una igual en el garaje de Teruel, por lo que probablemente la que estalló fuera del mismo modelo, según las primeras hipótesis de los investigadores.

Los avisos han arreciado esta semana, pero la desactivación de este tipo de restos bélicos no es nada extraña, y se ha convertido en la ocupación principal de unos grupos creados inicialmente para combatir la amenaza terrorista, ahora aletargada.

Para comprender lo sorprendentemente común que es encontrar aún hoy estos restos, basta repasar las cifras de intervenciones de los últimos años, una media de 140 en cada uno. Así, en el 2010 el Edex desactivó 201 artefactos en todo Aragón --salvo las jurisdicciones del Cuerpo Nacional de Policía, las tres capitales y Calatayud y Jaca--, bajaron a 70 en el 2011 y volvieron a repuntar hasta los 150 del año pasado.

Hasta agosto de este año ya han retirado más de 60 de estos artefactos, la mayor parte de ellos proyectiles de artillería, aunque también abundan las granadas de mano y de mortero, así como bombas que dejó caer la aviación.

El repertorio es sorprendentemente amplio, y de hecho la granada que todo el mundo imagina al pensar en este explosivo, con forma de piña y habitualmente de fabricación estadounidense --ver la fotografía--, no es tan común. Otros explosivos parecen más aparatos de radio que bombas. Por ello, los miembros del Edex van siempre acompañados de su libro de texto, que tiene ya unos años (fue publicado en 1942) pero que, precisamente por ello, es de lo más útil. Se trata del Catálogo de espoletas, proyectiles, vainas, estopines y pólvoras de la Guerra Civil, con ilustraciones y esquemas detallados del arsenal utilizado por todos los bandos y su funcionamiento.

FORMACIÓN

Pero esto sería de poca utilidad para los profanos. Es más útil, y así lo hacen, someter periódicamente a los agentes destinados en los puestos a instrucción sobre los explosivos que pueden encontrar en los campos. Para ello, los tienen bien clasificados en sus instalaciones de Zaragoza, por las que pasan los patrulleros del instituto armado para informarse.

A los efectivos del Edex nunca les escasea el trabajo --de hecho, este mismo martes, antes de la explosión, destruyeron 15 proyectiles en Teruel--, pero hay periodos más propicios que otros, según explican. "En época de setas, los excursionistas encuentran muchas, y los senderistas. A veces aparecen al arar", enumeran. En todos los casos, la precaución es clara: "No tocarlo, alejarse y avisar a la Guardia Civil", resumen los artificieros.