Ayer se hizo efectiva la reducción de horario prometida por la ministra de Fomento, Ana Pastor, para terminales que, como la de Huesca-Pirineos, mueven menos de 500.000 pasajeros al año. A partir de ahora abrirá solo cinco horas, de 13.00 a 18.00 horas, reduciendo de forma notable el tiempo en el que estas instalaciones permanecen abiertas al público. Aunque lo cierto es que para la actividad y el volumen de operaciones que registra actualmente la pista de Monflorite, no parece que vaya a tener afecciones en el escaso servicio que presta.

Sin embargo, se aplica la medida para reducir costes, que en el caso de Huesca alcanzan los 3,5 millones de euros al año, sin que se resuelva una de las principales incógnitas de esta decisión: el futuro del personal que trabaja allí. Apenas son una decena de personas, ya que el resto pertenecen a empresas que estaban subcontratadas --algunas ya no trabajan para el aeropuerto-- pero su futuro no está nada claro ni está garantizado que siga ligado a esta infraestructura.

Fuentes oficiales de AENA informaron de que todo "está supeditado a las negociaciones que se mantendrán con los agentes sociales", unas conversaciones que aseguran que se producirán "en septiembre". Sin embargo, otras fuentes consultadas próximas a la dirección de esta infraestructura ven "evidente", que la reducción de horario llevará aparejada una disminución del personal disponible.

En este sentido, alertaron de que algunos puestos pueden ser especialmente sensibles de cara a las posibilidades de futuro del propio aeropuerto. Como es el caso de los servicios de extinción de incendios.

FUTURO Existe un índice que marca la categoría del aeropuerto en cuanto al dispositivo existente ante posibles accidentes o emergencias de cualquier tipo. En este caso, Huesca dispone de la "categoría 5" que es lo mínimo para garantizar que se podría sacar a todos los pasajeros de una aeronave, por grande que sea, en menos de 90 segundos. "Para eso necesitas el personal necesario", afirmaron.

Con todo, si se viera mermado este dispositivo, "ninguna compañía querría volar a Huesca, porque luego los seguros no cubrirían el riesgo". Coartaría sus opciones de renacer.

Parte del resto de personal podría acabar reubicado en otros aeropuertos o, más probable, en otros puestos de funcionario, como ya sucedió hace años con los fareros, que dejaron de trabajar en los faros para ser trasladados, precisamente, a aeropuertos.