La protección especial de la que gozaban las cigüeñas hasta hace unos años está a punto de terminarse. Las prácticas agrícolas y el control al que se las ha sometido han permitido multiplicar de forma exponencial la presencia de estas aves en Aragón. Su población se situaba por encima de las 1.200 parejas reproductoras, según el último censo realizado hasta el momento, en el año 2004. Sin embargo, en la actualidad su número podría rondar las 1.800 parejas, una cantidad suficiente como para que sus colonias se hayan convertido en un problema de mantenimiento de iglesias, edificios singulares y tendidos eléctricos.

Para evitar daños en el patrimonio y en los servicios esenciales, el Instituto Aragonés de Gestión Ambiental (Inaga) tramitó el año pasado 104 autorizaciones para eliminar colonias. "Al haber más presencia de cigüeñas tenemos más problemas, por lo que la postura es buscar un equilibrio con un ave que desde el 2004 figura catalogada como especie de interés especial (el nivel más bajo de control)", indica Pablo Munilla, director general de Conservación Natural.

La presencia de nuevas fuentes de alimentación en los vertederos y arrozales, así como la reducción del uso de pesticidas han multiplicado su presencia. "El incremento de parejas nos dice que hemos mantenido bien la población, por lo que es lógico dedicar esfuerzos a otras especies que lo necesiten más", precisa Munilla.

Los colectivos conservacionistas conocen las tensiones que está generando la colonia de cigüeñas. "En muchos lugares se percibe más hostilidad", asegura el responsable del grupo de cigüeñas de la Asociación Naturalista de Aragón (Ansar), José Antonio Pinzola.

"En determinados pueblos se ha pasado de tener dos nidos a contar con más de diez, con las molestias, suciedades y humedades que eso supone", asegura.

PROBLEMA MÓVIL Esta situación hace que los colectivos ecologistas hayan detectado una tendencia a retirar nidos sin autorización, lo que acabará afectando a las colonias tradicionales en los núcleos urbanos y trasladará la riqueza ornitológica a los extrarradios y a los postes de luz.

Lo cierto es que las polémicas por nidos intocables han sido sustituidas por las discusiones que despierta la retirada total o parcial de nidos en algunas localidades como Calatayud, Ejea de los Caballeros o Alcolea de Cinca. En este último caso, la pasada semana una grúa acabó con los 39 nidos que poblaban la iglesia de la localidad. Esta acción ha sido llevada por IU hasta las Cortes de Aragón.

Los vecinos mostraron su desacuerdo ante la pérdida de un símbolo local. No en vano, Alcolea es uno de los pueblos con mayor número de cigüeñas de Aragón. El sacerdote, José Huerva, solicitó la retirada. Alega motivos económicos. Indica que con el presupuesto anual de 12.000 euros para la iglesia no puede afrontar los desperfectos y reparaciones que requiere la presencia de las aves en las cubiertas.

Pese a la opinión del sacerdote --"si alguien quiere los nidos, que se los ponga en su tejado"-- la destrucción de nidos sin otras alternativas no es la mejor opción. Según Pinzola, "con la electrificación no se soluciona nada, el conflicto solo se traslada a otro lado del pueblo. Dispersar una colonia solo sirve para crear 39 problemas nuevos".

De hecho, al desplazar a las cigüeñas a otros lugares lo que se hace es multiplicar los focos potenciales de conflicto, en opinión de los expertos, que propugnan una política más respetuosa con las cigüeñas.